La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El planeta de los toros y sus rarezas

Doctores tiene la Iglesia y, como la Iglesia, también el complicado mundo de los toros. Esperaba Sevilla ver a su última devoción en la emblemática corrida que abre la temporada, pero en este Domingo de Resurrección no estará en ella dicha devoción, el sevillano Pablo Aguado. Desde su portentosa tarde del último viernes de Feria con los toros de Borja Domecq, Pablo se ha erigido en el heredero legítimo de aquél que se fue de puntillas en una plaza de carros y, como tal, era previsible que apareciese en carne mortal por Iris en esa tarde donde los clarines suceden a las cornetas y los tambores. La versión más creíble es que al torero no le hacen gracia los deseados toros de Garcigrande y que ha decidido quedarse fuera de tan señalada tarde. Es una de esas decisiones inescrutables que tanto proliferan en el planeta de los toros, tan suyos él y sus circunstancias.

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