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cuchillo sin filo

Francisco Correal

Por la playa de la Concha

MS. A. Mézclese Según Arte. Son las iniciales que se utilizaban en la galénica tradicional para la combinación de las pócimas. Valga esta aportación del dermatólogo Ismael Yebra para imaginar la coctelera en la que mezclaron los méritos que han designado a San Sebastián para la Capitalidad Cultural Europea 2016.

Nunca he estado en San Sebastián, pero San Sebastián sí estuvo en mí. Vino en avión cuando el cura donostiarra Manuel de Unciti y Ayerdi se presentó el día de San Fermín de hace 22 años en la Capilla de los Marineros de la calle Pureza para casarme en Triana. Son muchos los vínculos: la arquitectura de Moneo, los paraísos para el esparcimiento de la duquesa de Alba, la hegemonía entre Donosti y Sanlúcar de Barrameda sobre la antigüedad en las carreras de caballos sobre la arena de la playa. Hace 34 años, un guipuzcoano de Andoain, cuya alcaldesa vetó el acceso a los escoltas al Ayuntamiento, marcó el penalti decisivo que le dio al Real Betis Balompié la primera Copa del Rey. Ese retrato de Juan Carlos I de Borbón legitimado por el acierto de José Ramón Esnaola ante su amigo José Ángel Iríbar Cortajerena no lo retira nadie de las vitrinas de Heliópolis.

Imagino que la elección de San Sebastián tendrá más que ver con el modelo de ciudad defendido por la época de Odón Elorza al frente de la Alcaldía, de un Ayuntamiento al que perteneció el asesinado Gregorio Ordóñez, que con la carambola jurídica y política que ha puesto a un representante de Bildu -Cabildo en euskera- al frente del municipio y la Diputación. Pero la designación llega justo después de que el nuevo equipo de gobierno, de clandestinos a plenipotenciarios, retire la bandera de España y el retrato del Rey y sugiera el paulatino abandono de los cuerpos de Seguridad, como si Euskadi fuera Afganistán. Es un avance, sin duda. Antes los asesinaban, ahora sólo quieren que se vayan.

Raúl Guerra Garrido ganó el premio Nadal con la novela Lectura insólita de El Capital, donde narra el secuestro de un empresario por etarras. Se prometió no volver a ambientar un libro más en su tierra adoptiva el día que la kale borroka le pegó fuego a la farmacia de su mujer en el centro de San Sebastián. Cumplió su palabra y publicó Cuaderno secreto, apuntes maravillosos sobre el Bierzo. Lo que duele es que el camino que en el resto de España se hizo para conseguir la denostada democracia formal se ha hecho en el País Vasco por una alfombra de muertos, terror y silencios cómplices. No creo que sea eso lo que han valorado quienes han depositado en Donosti las expectativas de la Capitalidad Cultural. Habrán confundido el festival de cine de San Sebastián con el de Sitges.

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