PARA prepararnos psicológicamente, Chaves ya deja caer la posibilidad de que Andalucía sufra en sus carnes rebasar a finales de este año el Rubicón del millón de parados. Todo lo que desde el poder se admite como hipótesis acaba siendo verdad. Palabra de Solbes. Nos encaminamos a vivir un 28-F en el que ya no se va a ilusionar con un horizonte de pleno empleo. El pronóstico lo que predice es una tormenta perfecta de pleno desempleo y el debate político autonomista vuelve a ser cómo salir del pozo y qué poner en las pancartas para jugar la Liga de las manifestaciones. Ya parecen de otro siglo las discusiones sobre la reforma del Estatuto para ser andaluces de primera. ¿Nos prorrogará la Unión Europea los fondos de cohesión viendo que bajamos a Segunda B en las estadísticas del paro?

En los estertores del franquismo, Pablo Guerrero enardecía a los jóvenes deseosos de cambio y libertad con el estribillo del tiene que llover a cántaros. Ahora no para de llover, y tanto ha ido el cántaro a la fuente del ladrillo y al abrevadero de los bancos que está hecho añicos y carecemos de gobernantes multiasistencia que sepan recomponerlo, mientras la riada de cierres y despidos se lleva por delante el paisaje productivo y deja tras de sí la desertización económica.

El boom ha hecho crack y lo que tiene que llover a cántaros es otra Sevilla, otra Andalucía. Chaves ha de integrar de inmediato a los mejores talentos andaluces en un comité de crisis y tomarse la situación como una emergencia de las que obliga a trabajar en fines de semana, festivos y fiestas de guardar. El solo hecho de aventurar el mazazo psicológico del millón de parados tiene que provocar una reacción rápida, unánime y pactada para atajar el desastre. Olvídense todos de estrategias electoralistas. Estamos en caída libre, en la torre de control no se aclaran de tanto remendar las coordenadas estadísticas, y la oposición no da la talla. O remontamos pronto el vuelo o retrocedemos 20 años.