La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Unos pocos suben la media

La estratégica combinación de unos pocos pesos pesados, muchos medios y algunos mosca ofrece garantías

En El jovencito Frankenstein el monstruo se encuentra con una niña que le invita a jugar al balancín y al sentarse la diferencia de peso hace que salga disparada por los aires. Algo parecido sucede con el Gobierno inteligentemente escogido por Pedro Sánchez. Unos pocos nombres de contundente volumen político lo ha lanzado a las alturas y despejado de momento (veremos qué pasa con el federalismo plurinacional de Batet) las sospechas fundadas sobre los apoyos de los antisistema e independentistas que dieron la presidencia a Sánchez.

Hay en este Gobierno unos pocos pesos políticos pesados, muchos medios y unos cuantos mosca. Pero la combinación está tan bien hecha que ofrece garantías. Que haya más pesos medios que mosca y que los pocos pesos pesados (Borrell y Calviño sobre todo) sean tan rotundos hace crecer la media hasta el notable disimulando los suspensos y aprobados raspados de los compañeros y compañeras menos brillantes. Con ello el PSOE se lo pone aún más difícil de lo que ya lo tenía a un PP abocado a la refundación o el hundimiento.

La presunta solidez de este Gobierno confirma que Sánchez ha llegado para quedarse, no -como sería lo deseable- para convocar elecciones en el menor plazo posible. Y esto es criticable aunque sea legítimo. Pero con la velocidad a la que se están sucediendo las cosas esta crítica es ya un argumento tan viejo y olvidado como lo que dijo Ábalos sobre los independentistas hace cinco meses: "No es posible presentarse a una moción de censura con esos apoyos". En cuanto a lo aludir a la ilegitimidad del proceso, es una táctica errónea que se vuelve contra el PP confirmando lo peor que se dice de él.

Mal harán los populares si ignoran que cuando gobierna la derecha la oposición más dura se considera una obligación, la deslealtad hacia el Gobierno una forma de lealtad al pueblo, la justicia, la igualdad y la verdad, el escrache una legítima manifestación y el insulto libertad de expresión. Y que cuando gobierna la izquierda toda oposición es provocación generadora de crispación y falta de sentido del Estado. Sucede con esto lo mismo que con la corrupción. Por sus propias naturalezas la derecha es corrupta, tópico que el PP ha hecho lo posible por convertir en realidad, y la izquierda honrada, siendo por ello la corrupción consustancial a la primera y accidental (los ERE como "cosa de tres o cuatro sinvergüenzas") en la segunda.

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