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la ciudad y los días

Carlos Colón

La política del todo vale

QUE venga urgentemente Harry Caul. La cinta de Invercaria, dicen los afectados, está manipulada. Tiene, al parecer, trece cortes. Supongo que esos cortes no hacen que su ex presidenta diga lo que dice en ellas, salvo que se trate de un hábil collage de sonidos como los que los secuestradores hacen con letras recortadas de periódicos. Quién sabe. Por eso es urgente que venga Harry Caul. ¿Qué no saben quién es?

Claro que sí. Lo que pasa es que no se acuerdan.

Harry Caul, interpretado por Gene Hackman, es un detective especializado en instalación de micrófonos y grabaciones que todos conocimos a través de la obra maestra de Coppola La conversación.

Estrenada en 1974, el año de la dimisión de Nixon tras el escándalo Watergate que había explotado dos años antes, la película se centraba en el desciframiento de una confusa grabación en la que los ruidos de la calle y las interferencias impedían conocer el contenido de una conversación de la que sólo se oyen palabras sueltas.

Supongo que un Harry Caul andaluz, al que deseo que acabe menos majareta que el de Coppola, estudiará la famosa cinta de Invercaria para establecer si hubo o no manipulación. Y que el PSOE tratará de minimizar el brutal impacto del nuevo escándalo sembrando dudas sobre la cinta y achacándolo todo a estrategias electoralistas de la terrible derecha "recortaderechos". Pero la avalancha de escándalos no le da tregua. En plena efervescencia del de los ERE estalla, vinculado a él, el de Invercaria. Y a los dos días del estallido del escándalo de las cintas se podían leer estos titulares en diversos medios de líneas editoriales muy distintas: "La juez acusa a Guerrero de cohecho, malversación, prevaricación y falsedad", "Guerrero implica a Manuel Chaves en la trama de las ayudas", "Nadie de la Junta puede decir que se haya hecho algo a sus espaldas", "Guerrero sitúa a Viera como el responsable de que las ayudas fuesen discrecionales"… El problema, lo he escrito muchas veces, no está en el PSOE o en el PP, en la izquierda o en la derecha. Está en España, en nuestra larga tradición de picaresca, espabilados, colocados que se creen los amos del cortijo, gobernantes que entienden lo público como propio (mal complementario de la ciudadanía que cree que lo público no es de nadie), clientelismo, enchufismo y chulería. Males atávicos de este país nuestro que la larga permanencia en el poder, democráticamente legítima pero inevitablemente dañina, agravan. Véanse Valencia o Andalucía. "Se están usando argumentos del todo vale que envilecen la política", ha dicho Griñán. No. Lo que la envilece es utilizar el todo vale como política.

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