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la tribuna económica

Gumersindo / Ruiz

4,4% y otros porcentajes

NO puedo entender el eco que tiene la cuestión sobre si el déficit público va a ser el 4,4% del producto de la economía o una cifra alrededor del 6% cuando deberíamos estar hablando de los porcentajes que se van a fijar como objetivo de crédito a pequeñas y medianas empresas, y fechas y condiciones en que los pagos a proveedores por parte de las administraciones públicas se van a hacer efectivos. La discusión principal en la Europa comunitaria debería ser la cuantía y forma de financiación de proyectos específicos relacionados con nuestras exportaciones, sector turístico e inmobiliario, por parte de los fondos europeos, tanto promovidos por empresarios españoles como por extranjeros para invertir aquí. Ésta es la forma de tratar el déficit, estimulando la actividad productiva, no entrando en una espiral de restricciones que impide el crecimiento.

Supongamos que tenemos como objetivo un déficit del 5% en una economía que no crece; es indiscutible que hay que eliminar gastos superfluos y organizar mejor la actividad pública y privada. Pero cualquier medida que reduzca la demanda de consumo va a ir contra la posibilidad de alcanzar ese 5%, ya que el Estado ingresará cada vez menos, subirá los impuestos, se consumirá menos y no bajarán las exigencias de prestaciones por desempleo. Si con apoyo financiero para la empresa y una política fiscal no contractiva se impulsa el crecimiento a un 2% y mantenemos el volumen del déficit público, en cinco años ese déficit supondrá sólo el 4,5% del producto, la economía será un 10,40% más rica y se habrá generado empleo. Lo que debemos es lo mismo que al principio porque el incremento de ingresos públicos y la eliminación de gastos no productivos no se han destinado todavía a reducir el déficit, sino a financiar la actividad económica y al empleo.

Los déficit anuales se acumulan al volumen de la deuda, por lo que no pueden mantenerse indefinidamente; en España, la deuda es de menos del 70% del producto, lo que da margen para apostar por el crecimiento y, al cabo de los cinco años de que hablamos, empezar a reducir los déficit anuales hasta alcanzar el equilibrio y superávit presupuestario. La idea básica es que déficit y volumen de deuda son menos significativos en una economía en crecimiento y no son en sí mismos un objetivo de política, sino que su papel es mantener un crecimiento estable de la economía. Por el momento no hay problema de financiación pública, por los cuantiosos recursos que ofrece (a tres años) el Banco Central Europeo, y que van en buena parte a comprar deuda pública. Hay una burbuja innegable en la deuda por los bajos tipos de interés nominales tanto en Italia como en España, y sobre todo en Estados Unidos y Alemania, pero, mientras continúe, hay que aprovechar esa financiación barata de lo público. Si trasladamos estos razonamientos, que requieren una política de Estado y de la Unión Europea, a Andalucía, supone dirigir recursos hacia la financiación pública y privada a proyectos agrícolas, inmobiliarios y turísticos, industriales, aplicaciones tecnológicas, que generen riqueza y empleo con un crecimiento sostenible de nuestra economía.

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