La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

¿A qué precio salvar las Navidades?

Comprendiendo las necesidades afectivas y la angustia de comercio y hostelería, la vida vale más

Vamos a blindar el puente de la Constitución y la Purísima para intentar salvar las Navidades. Lo oigo una y otra vez, y en parte lo comprendo: se trata de salvar las celebraciones familiares, el comercio y la hostelería. Pero también me preocupa, porque la relajación navideña puede costar muy caro en vidas. Ha costado muy cara la mal hecha desescalada del verano. Han costado muy caras las "alegrías" del puente del Pilar. Pese a estar sometido tras esa experiencia a mayores restricciones, tras el puente de Todos los Santos la provincia de Sevilla pasó de 40 a 64 municipios con una tasa superior a los 500 casos por cada cien mil habitantes y de nueve a 17 pueblos con una incidencia acumulada de mil casos. Hace meses que los especialistas avisan que enero y febrero serán meses muy duros. Y pese a ello -comprendiendo, insisto, las necesidades afectivas de todos y la angustia de cuantos trabajan en el comercio y la hostelería- se sigue insistiendo en lo de salvar las Navidades. ¿Incluso al precio de vidas?

Ayer se publicaban dos entrevistas con Margarita del Val encabezadas por poco tranquilizadores titulares: "La viróloga del CSIC Margarita del Val advierte de una nueva ola más dura tras la Navidad: Enero será tremendo" y "Margarita del Val: Que todo lo malo sea que no podamos celebrar la comida de Navidad. Es un mal menor". En ellas afirmaba: "Veo las Navidades, veo cómo son las enfermedades respiratorias, y todos sabemos cuáles son los peores momentos de la gripe, que es la enfermedad respiratoria más grave que teníamos hasta ahora. Son diciembre, enero, y principios de febrero, porque son cuando más se contagia… La cuesta de enero va a ser tremenda y lo será con nuestros familiares directamente… No podemos negociar con el virus que vamos a tener unas navidades tranquilas, porque va a hacer frío y en interiores hay más riesgo… Que todo lo malo de esta vida sea que no vamos a poder celebrar la comida de Navidad. Es un mal menor".

Lo de las celebraciones familiares, que se pueden distribuir en pequeños grupos, es, efectivamente, un mal menor. Lo de las comidas de empresa, cotillones y otros festolines, ni eso. El drama será para cuantos viven del comercio y la hostelería. Pero, siéndolo, es un drama menor comparado con la anunciada remontada de enero y febrero al confluir la gripe estacional con un Covid-19 multiplicado por la relajación navideña.

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