Dos hechos coincidentes y enriquecedoramente polémicos. La presidenta de la Comisión Europea propuso llamar "protegiendo el estilo de vida europeo" a la vicepresidencia encargada de migraciones, seguridad, empleo o educación. Estalló la polémica, acusándola de hacer concesiones a la derecha populista. Respondió que por estilo de vida europeo entendía "la dignidad de cada ser humano", "el Estado de derecho" y el "derecho a la integración" de los migrantes con una perspectiva "responsable de migración, de toda la cadena, con un enfoque transversal y un concepto sostenible". No le valió de nada. "No me gusta la idea de oponer el estilo de vida europeo a la migración. Aceptar a los que vienen de lugares lejanos de Europa es parte del estilo de vida europeo", dijo Junker. En realidad no hay oposición entre ambos. Los migrantes no pueden ser acogidos para después ser condenados a la marginalidad: deben disfrutar los derechos de los ciudadanos europeos y aceptar sus obligaciones y valores. Pese a ello la presidenta ha tenido que dar marcha atrás.
Se ha publicado en España el libro del cardenal Sarah Se hace tarde y anochece que, dentro de los límites propios de su carácter, también ha generado polémica. El cardenal guineano, a quien sus críticos difícilmente podrán acusar de supremacista europeo blanco, escribe: "Europa parece estar programada para la autodestrucción. El único futuro que contempla atañe a sus proyectos económicos o militares. Ha olvidado sus raíces judeocristianas. Es como si Occidente se odiara a sí mismo y estuviera dispuesto a suicidarse… Ya no sabe quien es porque ya no sabe qué lo ha configurado y constituido tal y como ha sido y como es".
Se suele olvidar qué buscan los migrantes, a costa de sus vidas, en Europa: no sólo bienestar material, también derechos y libertades. Y estos son indisociables del origen judeocristiano y grecorromano sobre el que Europa ha construido su historia política y cultural desde Isidoro de Sevilla a Camus pasando por Erasmo, Montaigne, Voltaire o Kant, desde la Carta Magna inglesa a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa que inspiraron la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esto quiere decir estilo de vida europeo. Sin olvidar nunca, como escribió George Steiner, que Europa es también el lugar donde el jardín de Goethe es casi colindante con el campo de concentración de Buchenwald.
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