La princesa esta triste. Qué le pasa a la reina de San Vicente, a esa ola de fuerza desmedida y espuma roja, rojísima, que se rompió en el malecón del tacticismo. La princesa está taciturna, no tuitea, parece estar a verlas venir tras el burladero de un silencio que grita. Quién ha visto y quién ve a la princesa. De despachar en privado con el jefe del Estado y de recibir a los banqueros en San Telmo, a tener que soportar los dardos de Alfonso, que no Guerra, sino Gómez de Celis. ¿Cómo se atreve Alfonso a moverle el trono si ella lo mantuvo en un pedazo de cargo como la dirección de los Puertos de Andalucía? Qué ingratos son los compañeros de partido, ¿verdad Alteza Roja? En la política no hay memoria, acaso notas marginales para ajustar las cuentas cuando procede. ¿Pero ustedes no sabían que la Junta tenía una Agencia Pública de Puertos de Andalucía? La princesa mandó a su enemigo a esa suerte de Siberia sin calcular que le daba un sueldo y demasiado tiempo libre. Cuando el diablo Celis se aburre ya sabemos lo que pasa: el sanchismo andaluz pasa de capullo a mariposa. La princesa calculó mal, debió tenerlo siempre cerca en vez de enviarlo a las galeras de aquella oficina perdida en Nervión. Pero le pudieron sus sentimientos, llamémoslos así, una vez más. La princesa está triste. Ella tenía tranquila a la derecha sociológica, a los empresarios y hasta a las cofradías, con ese estilo del socialismo de antaño que no necesitaba de radicalismos. Cuando ha visto el abrazo entre Pedro y Pablo se le ha puesto cara de Soledad Becerril cuando visitaba ciertas barriadas alejadas del centro. Qué horror, qué horror. Y emitió un comunicado de apoyo con la boca chica cuando ella es pura fuerza incontrolada, pura pasión roja socialista, puro mar bravío cuando toca expresar enojos y puro populismo de sonrisa y carcajadas a la hora de mostrar afectos impostados. Triste y sola, sola se queda Susana como aquella Universidad de los días felices de Código Civil subrayado, huelgas y barriladas. Un día fuiste discreta muñidora con Rubalcaba de un relevo en la Jefatura de Estado y al siguiente te sale respondón aquel al que confinaste en los puertos de los andaluces (y de las andaluzas). La princesa calcula sus nuevas maniobras mientras suenan los maullidos del gato acariciado. Ay, cuando los periodistas de la capital -agrestes en las tertulias de los sábados por la noche- acudían a San Telmo a ser iluminados por el faro del socialismo entonces emergente. Es la hora de guardar silencio. Qué paciente hay que ser cuando la única esperanza reside en aguardar el trastazo de tu enemigo. Ay, la pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa.. del PSOE andaluz.
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