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alto y claro

José Antonio Carrizosa

Un problema de solvencia

NO duden que en los próximos días, quizás en el Consejo de Gobierno del próximo martes, Andalucía se unirá a la lista de comunidades que van a pedir el rescate financiero del Estado a través del Fondo de Liquidez Autonómico. Griñán ya lo ha anunciado y ha responsabilizado de esta situación al cierre del crédito bancario. Seguro que no le falta razón y que el bloqueo de los mercados financieros está en el origen de los graves problemas con los que tiene que lidiar a diario la consejera de Hacienda, que han llegado ya a un límite en el que la Junta es incapaz de hacer frente con sus propios recursos y que ha puesto en peligro incluso el atender las obligaciones más perentorias como el pago de salarios. Carmen Martínez Aguayo, la eficaz consejera de Hacienda del Gobierno andaluz, lo viene diciendo en privado desde hace meses y en San Telmo se esperaba como agua de mayo la creación de ese fondo. La Junta tiene unos vencimientos de deuda que le obligarán a pagar casi 700 millones antes de final de año y además tienen autorizada la emisión de 2.200 millones de muy difícil colocación en las actuales circunstancias.

La colocación de las emisiones pendientes es tan complicada porque lo que tiene Andalucía, como la inmensa mayoría de las comunidades autónomas españolas, es lisa y llanamente un problema de solvencia. Un problema que no se deriva tanto de un modelo concreto de gestión en los últimos años, que también, sino del propio diseño autonómico. La crisis ha venido a demostrar por la vía de los hechos y de forma dramática que los excesos se pagan y que los despilfarros terminan pasando factura. Nos hemos rodeado -e insisto que esto no es un problema exclusivo de Andalucía- de una estructura paraestatal que ha llenado la comunidad autónoma de organismos y empresas inútiles con infladas plantillas y costosas sedes, hemos creado un sector público que se ha convertido en un monstruo ingobernable por el que se pierden cientos de millones y nos hemos permitido lujos que no nos podíamos pagar. Ahora que la prestación de los servicios básicos corre un riesgo real en un territorio como el nuestro en el que podemos estar orgullosos de nuestra sanidad y educación pública, es el momento de que se reflexione sobre cuál debe ser el futuro de esta comunidad y qué puede y no puede permitirse. La petición de rescate financiero que Andalucía va a realizar no es un hecho especialmente grave y antes o después lo van a hacer casi todas las comunidades, lo que a su vez precipitará que España tenga que solicitar el rescate europeo que ya se da por descontado. Pero sí debe ser un punto de inflexión que ayude a priorizar lo que es importante y lo que es prescindible. Los lujos se han acabado en todos los sitios y durante muchos años. La Junta debe someterse a una estricta dieta de adelgazamiento. Es un problema de solvencia.

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