Crónica personal

Pilar / cernuda /

Sin pudor

ALGUNOS llegaban a la desfachatez de sacar dinero del cajero automático, lo que significa que ni se les había pasado por la cabeza que la tarjeta complementaria que le habían entregado como directivo de Caja Madrid tenía como objeto pagar con ella gastos profesionales con la indispensable justificación. Varios de los miembros del consejo de administración de Caja Madrid y Bankia han tenido la decencia de devolver el dinero que cargaron a esas tarjetas de crédito para privilegiados; pero otros en cambio todavía dicen, sin pudor, que era un método asentado desde hacía tiempo y que nadie les había advertido que cometían irregularidad alguna. Es lo fácil, justificarse con la no advertencia.

No se salva nadie, aunque desde la izquierda siempre se acusa a la derecha de considerar propio el dinero ajeno. Pues no ha sido así en Caja Madrid: entre los que más gastaron utilizando esa especialísima tarjeta se encuentra el consejero designado por Izquierda Unida. Pedro Sánchez ha tenido una excelente reacción al decir que serán expulsados los socialistas que sean condenados por mala utilización del dinero de Caja Madrid y Bankia. Otros deberían anunciar lo mismo.

Se trataba de dinero público, hay que recordarlo. Las cajas tenían un estatus especial porque se suponía que su objetivo era más social que el de una entidad bancaria convencional y porque eran públicas en sus consejos se sentaban hombres y mujeres designados por los organismos regionales y locales, partidos políticos y sindicatos. También los representantes de CCOO y UGT, además de los designados por PP y PSOE, forman parte del grupo que ha gastado 15 millones de euros en diez años sin rendir cuentas a nadie de esos gastos ni declararlos a Hacienda como ingresos.

Las cajas han desaparecido del mapa casi en su totalidad, y en estos años han sido noticia por irregularidades varias, blindajes de escándalo y sueldos que provocaban indignación generalizada en un país que sufría la mayor crisis económica en décadas. La crisis financiera tiene mucho que ver con la pésima gestión de la mayoría de esas cajas, más que los bancos, y con el tiempo se comprueba que efectivamente existían razones sobradas para reestructurarlas y cambiar sus métodos.

Lo ocurrido con las tarjetas complementarias que se sacó Miguel Blesa de la manga causa estupor y bochorno. Y es muy preocupante que, en relación con el uso de los dineros públicos, se acumulen los casos que producen una incomodidad superlativa.

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