ESTÁ claro que lo ocurrido al Pana te puede pasar de veinteañero, pero considero que torear en las condiciones que lo hacía el personalísimo torero azteca tiene mucho de ruleta rusa. Rodolfo Rodríguez, ese Pana convertido en verso suelto de la tauromaquia, que hacía el paseo con un sarape a guisa de capote, atropellaba la razón antes de que un toro le atropellase a él en una plaza de pueblo y una tarde le dedicó un toro a las putas que habían adornado su vida: "Brindo por las damitas, damiselas, meretrices, princesas, vagas, salinas, zurrapas, suripantas, vulpejas; las de tacón dorado y pico colorado, las putas, las buñis; pues todas ellas mitigaron mi sed y saciaron mi hambre y me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, y acompañaron mi soledad. Que Dios las bendiga por haberme amado tanto." Irrepetible Pana, que tenga suerte, maestro.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios