Aun cuando no nos hemos sobrepuesto al estado de shock en que nos ha sumido la infamia de recibir en La Moncloa a un presunto delincuente con honores de jefe de Estado, hoy celebramos el cuadragésimo aniversario de nuestra autonomía. Y la efeméride se celebra bajo el mandarinato conservador, lo que ha producido un ruido tremendo alrededor del medalleo. Con la cantidad de pesebreros que fueron galardonados en estos ocho lustros, ahora resulta que son multitud los que gritan contra la concesión de honores a un periodista que escribe como Dios y que se jugó el pellejo cuando era peligroso jugárselo. Y en el corazón de la incuria que padecemos, al autor de aquel valiente ¿Andalucía, tercer mundo? que, incluso, pernoctó en la Gavidia durante la oprobiosa, lo resumen en una frase en la que mezcla perras con abortistas. Esto es para bajarse en la próxima.
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