Mercedes de Pablos

Periodista

Lo real

Las evidencias no bastan si no sentimos, todos y cada una, la sensación de esa evidencia

BELÉN Gopegui es una extraordinaria escritora, de trazo firme y universo literario rotundo, que tiene la habilidad de fabricar títulos que trascienden sus novelas. Lo real, escrita en 2001, es una historia que permanece, siempre dispuesta a ser leída pero además tiene la virtud de servir de definición para un estado de ánimo en concreto. Decimos lo real y sentimos estar buscando un suelo firme en el que apoyarnos, que para bien o para mal, no nos haga precipitarnos en el vacío. Tal vez el décimo círculo que le faltó a Dante Alighieri sea precisamente ése, el vacío, la sensación de que nada es permanente, la certeza de que nada hubo y nada habrá y, mientras, sólo existe la caída.Las evidencias no bastan si no sentimos, todos y cada una, la sensación de esa evidencia. Como ocurre con la temperatura, la sensación térmica es tan importante como la propia temperatura en sí, aunque haya pruebas de que el suelo se hiela o las plantas tiemblan de calor. Pero los seres humanos son prodigiosos, somos capaces de trascender la idea misma de realidad para contarla, para inventar futuribles que a veces se convierten en futuro, por pergeñar maravillas inútiles sin las que al final no podemos vivir. Es lo que Víctor Gómez Pin define como la trascendencia de lo inútil, de lo que no sirve para comer ni beber ni calentarse y sin embargo nos distingue de los ancestros primates. Aquello que construye la civilización.El apartamiento, confinamiento o ensimismamiento que hemos vivido irremediablemente (y llámenlo como quieran, son hermosas las batallas semánticas porque en contra de las otras no matan) han dado un varapalo al viejo refrán: “Cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo”. No estamos, no hemos estado, aburridos sino sobrecogidos, amenazados y a la vez privados de esa vida cotidiana y rutinaria que nos salva de tantos miedos. Para sortear el abismo, vuelvo al vacío, no hay mejor quitamiedos que el calendario, las obligaciones, los zurcidos a ese vestido hecho harapos de las certidumbres. Nunca ha tenido tanta razón Gil de Biedma.Ha habido muchas encuestas sobre cómo hemos vivido este confinamiento, esperemos que irrepetible e histórico, y más que habrá porque, aparte de la opinión (que si nunca es inocente a veces pudiera ser culpable), las ciencias sociales buscarán las huellas de nuestro comportamiento, qué hemos hecho si somos hombres o mujeres, niños o ancianos, funcionarios o autónomos. John Reed escribió otro título magistral, Diez días que conmovieron al mundo, que aparte de crónica de la Revolución de Octubre de 1917 supo captar la arritmia de la Historia. Hay días que son años y años que son días, y en nuestro caso estamos viviendo unos meses que nos harán sentir como el monje que despertó del sueño y descubrió que su mundo ya era otro. Ha habido un cierto debate sobre si saldremos mejores o peores de la pandemia. Las situaciones límite suelen actuar como aditivos y potenciar el sabor predominante de cada cual, tal vez todos nos hayamos puesto la mascarilla pero algunos, tal vez involuntariamente, se han quitado la careta.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios