BUENOS días, señorita. Quiero que me descambien el voto de las últimas elecciones. Sí, de comprobante le traigo el programa electoral firmado por el candidato número uno de la lista tras el mitin cierre de campaña. Les regalé mi papeleta y su talla me queda muy estrecha. Voy hecha unos zorros porque prometieron pleno empleo y ya no consigo trabajo temporal ni de canguro, las abuelas lo hacen gratis incluso los festivos. Necesito saldo para ir a las rebajas. He llevado a las librerías de viejo todos los discursos del secretario general y no me dan por ellos ni céntimos. Sólo valen para el contenedor de reciclaje de papel.

Perdone, señor farmacéutico. Me ha dicho el médico de cabecera que está a precio muy rebajado un genérico cuyo principio activo elimina la demagogia que nos tragamos a diario. Aquí lo traigo apuntado: "Pague uno y llévese tres". Sí, ya sé la periodicidad de cada dosis: una cápsula en ayunas antes de escuchar a los mesías radiofónicos, otra antes de pasarme por el quiosco del maniqueísmo y la tercera antes de ver el telediario en el que nunca pasa nada. Y beber mucha agua, para liberar al cerebro de las impurezas.

Papá, en el banco me comentan que las hipotecas están de rebajas. Y si esperamos a febrero las tendremos más asequibles por fin de existencias.

¿Usted sabe en qué planta está el departamento de calculadoras de ganga? Sí, esas que utilizan en las concejalías, diputaciones, consejerías y gobiernos para calcular sus gastos, licitar proyectos, estimar ingresos, ejecutar presupuestos y calcular plazos? Oiga, no aciertan ni por casualidad. Debe ser un defecto de fábrica (china) en la tecla del cero o en la del tanto por ciento.

Mire, quiero comprarme un coche de segunda mano y tengo entendido que hay muchos disponibles porque, por austeridad, todos los cargos públicos han dado de baja el coche oficial y se desplazan en transporte público o en bicicleta. ¿Cómo? ¿Que era una inocentada?...