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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Tribuna Económica

Joaquín / aurioles

g recia, el vecino inadaptado

ENTRÓ tarde y con mal pie en el club de la moneda única, pero también con el consentimiento de todos. En realidad sólo tres de los once fundadores (Luxemburgo, Finlandia y Francia) cumplieron con las reglas de admisión, lo que no impidió que el proyecto siguiera adelante. Incluso Grecia, que las incumplió todas, fue admitida un par de años después, confiando en lo que se denominó "la endogeneidad de las condiciones", es decir, en que bajo la disciplina de las instituciones comunes, la corrección de sus desequilibrios fundamentales se produciría de manera automática.

El error se pagó con el rechazo de los mercados financieros a continuar sosteniendo el descontrol de las cuentas púbicas helenas durante 2011. Fue el primer contacto con la crisis soberana, que de inmediato se contagió por el resto de la periferia, especialmente donde los gobiernos decidieron abandonar la disciplina presupuestaria. Luego vino la intransigencia monetaria y fiscal de los países centrales, que hicieron todavía más dolorosa la travesía, hasta que aparecieron el fantasma de la deflación y el compromiso de defensa del euro, en el verano de 2012 parte del Banco Central Europeo.

Por entonces Grecia se encontraba al borde del precipicio del impago. El riesgo de default es cuantificable y depende de una regla básica: un país decidirá no atender sus compromisos de pago cuando los costes de hacerlo sean superiores a los de no hacerlo. Aunque las circunstancias son diferentes en cada país, sabemos por el doloroso caso de Argentina en 2001 que las consecuencias del impago en estos tiempos son extraordinariamente elevadas y duraderas, pero también el elevado coste que debieron soportar los argentinos durante el tiempo en que el gobierno de la época intentó por todos los medios hacer frente a sus compromisos. En un modelo presentado en 2014 por la Fundación BBVA se señala que la probabilidad de impago aumenta con el tamaño del déficit público, cuando las perspectivas de crecimiento son volátiles y distantes del crecimiento potencial, cuando el nivel de endeudamiento es elevado y la carga de la deuda aumenta, lo que sin duda confirma que Grecia se encontraba al límite de sus posibilidades a mediados de 2012. Había comenzado a crecer en negativo en 2008, pero cuatro años después lo hacía al -7%, el endeudamiento público se situaba por encima de 170% del PIB y los tipos de interés a largo plazo por encima del 25%. La prima de riesgo llegó a estar por encima de 3.500 en junio de 2012, pero las circunstancias cambiaron radicalmente con la nueva orientación de la política monetaria y el rescate europeo. Se redujo la intensidad de la caída en el crecimiento, se consiguió invertir la tendencia del endeudamiento (se redujo en 3,9 miles de millones de euros en el primer trimestre de 2014) e incluso la prima de riesgo llego a descender por debajo los 500 puntos el pasado septiembre. La situación sigue siendo extrema y la probabilidad de impago elevada, pero bastante inferior a 2012 (el saldo de ventajas y desventajas mucho más adverso), aunque es obvio que todo puede cambiar en función de cómo se resuelva la incógnita del adelanto electoral.

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