Ante un rival que apenas dio opciones, los cachorros españoles no pudieron redondear la enorme faena realizada en el Europeo sub 21 polaco. Sólo el premio menor recaído en el bético Ceballos lleva algo de consuelo a un grupo que cayó con la cabeza alta aun reconociendo la manifiesta superioridad del rival germano. Un rival que se aprovechó de su físico y de la permisividad del árbitro en los primeros compases del juego.

Si el juez hubiera cortado la preconcebida forma de neutralizar a los talentos españoles, quizás Alemania no hubiese podido mantener la agobiante presión que ejerció desde la salida del balón hasta su retaguardia. Por ahí, por esos veinte minutos de agarrones a Ceballos, de intimidación a Asensio y de cortocircuitar a Saúl mediante arteras emboscadas ricas en ayudas, fue por donde empezó a gestarse el triunfo de una Alemania que luego se hizo con el control de todo.

Porque es que Alemania pegó y agarró primero para jugar después un fútbol de posesiones más largas que España. Lo más gratificante fue la designación de Ceballos como mejor futbolista del torneo. Gran mérito de un jugador que partía como suplente y que se ganó la titularidad y el premio a base de talento y fútbol carísimo. En el debe, que no supo sobreponerse a tiempo de las artimañas alemanas, lo que provocó que estuviese ausente en una gran parte de la final.

¿Es bueno o malo para el Betis ese reconocimiento? No creo que sea bueno, sino buenísimo. Por lo pronto es un galardón con el que se recupera gran parte de la marca Betis. Una marca tan devaluada, necesitaba figurar en un escaparate con tanta repercusión como éste. Que ello puede acelerar todavía más su marcha cierto es, pero qué más da. Si se iba a ir de todas formas, mejor que deje el orgullo de saber que el mejor del Europeo fue uno del Betis, Real Betis Balompié por cierto.