LOS genéricos han obrado el milagro. Tan buenos son como medicamentos de marca blanca, que le han bajado la fiebre del precio a los fármacos recubiertos con una capa de márketing. La extensión por toda España de la encomienda que ya se ejercía en Andalucía para que los médicos recetaran el nombre del principio activo y no el de la marca comercial de algún laboratorio, ha sido mano de santo para aliviar la factura. La multinacional Merck es la primera que ha igualado el precio de sus pastillas al de los genéricos. Eso le ha supuesto aplicar rebajas hasta del 70%. Así consigue que los españoles, cuando van a la farmacia, sigan pidiendo sus marcas, y se lleven a casa las cajas con sus formatos y nombres habituales, sin que le cueste más ni al paciente ni al sistema sanitario. La conclusión es obvia: llevamos toda la vida pagando más dinero de la cuenta. Porque no es verdad que todo el montante ahora enjugado era imprescindible para investigación farmacológica.

Hay más recortes milagrosos en otros ámbitos donde a los ciudadanos se les trata como súbditos, paganos y primos sin riesgo. El Ministerio de Justicia ha aclarado que se estaba cobrando de más en notarías y registros de la propiedad cuando se tramita la cancelación de una hipoteca. Desde 2007 están fijadas tarifas más bajas que son de obligado cumplimiento. Sin embargo, la Organización de Consumidores y Usuarios ha demostrado que en los registros y notarías se estaba cobrando de más, mediante conceptos que están invalidados.

Es mucha casualidad que en las notarías y en los registros, donde desde 2007 sufren una drástica reducción de ingresos por la caída de la actividad inmobiliaria y empresarial, y han tenido que reducir personal, se haya incumplido una reforma legal que reducía su facturación y favorecía al ciudadano. Así han logrado un dinero extra que paliaba algo el bajón, aprovechándose de la ignorancia y de la buena fe de los clientes.

En España no hay competitividad porque sobra picaresca.