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PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

La red social de los vecinos

CARMEN Redondo, otra asesinada por abusar de su bondad y de sus miedos. Las necesidades afectivas y las debilidades emocionales pueden más que la autoestima y la sensatez. Una mujer que cae en el paro y abre su vida y su hogar a un extranjero bronco y a un compatriota también en precario. Submundo de realquilados sin verle el pelo el dueño del inmueble. Intento de construir una red de complicidades que se vuelve en contra y se convierte en una tela de araña de la que no se sabe salir indemne.

Otra mujer sevillana que no puso pies en polvorosa al abrigo de personas allegadas, ni puso pies en pared a su enemigo íntimo. Lástima que desaprovechara la oportunidad brindada por un vecino, que llamó a la Policía para denunciar lo que era evidente, de puro grito, al otro lado de la pared. Muchas mujeres no han dispuesto en vida de ese quite vecinal. Cuando morían, todos se hacían lenguas de las broncas y de la peligrosidad que se cernía sobre la finada. Ha sido demasiado habitual que esas habladurías sólo se hicieran públicas demasiado tarde y sólo servían para cantar la gallina de la injustificable pasividad.

A pesar de que la denuncia contra la pareja de Carmen Redondo no la salvó porque ella no se atrevió a corroborar ante el juez el escarnio que sufría, hay que felicitar al vecino que cumplió con su obligación de inmiscuirse. Y animar a que todos hagamos lo mismo. Ese es el Ministerio de Igualdad que hace falta en España. El de cada comunidad de vecinos amparando con habilidad y discreción a quien es una víctima de la ira machista, convirtiéndose en su red social física y afectiva. Cuando sea más frecuente ese primer paso de la llamada delatora, que a muchas familias les cuesta trabajo, dará pie a un segundo paso: asilar en un lugar seguro y llenar de compañía a esas mujeres que no ven un término medio entre vivir encerradas en su horror y exponerse a ser degolladas en soledad, o convertirlo en un asunto judicial donde desnudar su fragilidad.

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