Que venga Jane Austen! ¡Urgentemente! Porque estamos muy necesitados de juicio y sensibilidad. Ni derecha, ni izquierda, ni centro, ni la madre que los parió: un mínimo de buen juicio y sensibilidad es lo que hace falta. El tan comentado vídeo grabado en el despacho del director de la Agencia Pública de Educación por su pareja es una anécdota menor o, por decirlo en palabras del consejero de Educación, una "infantilada". La reacción ha sido excesiva en el plano político a la vez que comprensible en el del choteo. Porque se trata de algo sin relevancia política alguna a la vez que ridículo. El problema, por mucha demagogia que se quiera echar al asunto, no es la preocupación por la decoración de un despacho en una autonomía que tan graves carencias tiene en sus infraestructuras educativas. Este buen señor nada tiene que ver con dichas carencias: lleva cuatro meses en su cargo mientras que los socialistas han gestionado la Junta durante 30 años.

Es puro cinismo que la portavoz del PSOE pida el cese del director argumentando que el hortera y desafortunado vídeo representa "la evidencia de que estamos ante una frivolización de la educación pública", prueba que "quienes insuflan recursos a la concertada muestran esa falta de respeto por las instituciones que gestionar y ese desprecio por la educación pública por la que deben velar" y "en qué manos tenemos la educación pública en Andalucía, de qué equipo se ha rodeado el consejero Imbroda y la imagen ridícula que están trasladando al resto de España". Para culminar, por no quedarse corta, calificando de "dramático" el asunto. Mire usted, señora portavoz, lo dramático es lo que su partido ha hecho en materia educativa. Estos que ahora gobiernan, ya se verá que hacen. Pero serán juzgados por sus resultados, no por este vídeo cursi y hortera.

Lo peor del asunto no tiene que ver con la gestión de la educación sino con la imbecilidad global. Grabar en vez de vivir, desperdiciando muchos momentos cuya realidad -un instante fugitivo- se pierde por la obsesión de conservarlo. Vivir para grabar y compartir sin pudor ni sentido del ridículo. Instagram, Facebook, tuit, influencer… El universo de las redes se ha convertido en La nave de los necios del libro de Sebastian Brandt que inspiró el famoso cuadro de El Bosco. Nunca la necedad ha tenido tantos medios para darse a conocer y multiplicarse como una pandemia.