EL tiempo corre y los partidos parlamentarios integrados en el Pacto de Toledo apenas avanzan en el intento de consensuar una reforma del sistema de pensiones. Ocurre que la reforma es imprescindible porque la crisis económica y el envejecimiento de la población pueden producir a medio plazo el colapso del sistema público de pensiones, al disminuir sus recursos y aumentar la población no activa. El Gobierno se dio un plazo para esta negociación, que vence al terminar el año, lo que obliga a un gran ejercicio de responsabilidad por parte de todos los grupos. Si se continúa sin hacer nada las consecuencias pueden ser muy graves en unos cuantos años, mientras que la puesta en marcha de algunas reformas de forma gradual permitiría la continuidad de las prestaciones y el reparto en el tiempo de los perjuicios que se causará a los futuros pensionistas. En el pacto de Toledo hay un consenso amplio en al menos uno de los puntos más destacados de la reforma que propone el Ejecutivo: la ampliación del periodo de cotización utilizado para calcular la cuantía de las pensiones de jubilación (actualmente esta cuantía viene determinada por los últimos quince años trabajados y se trataría de elevar el plazo a veinte). Esta modificación acercaría más la cantidad que el jubilado percibe a las cantidades que ha aportado al sistema mientras estuvo activo y favorecería al menos a un colectivo creciente y perjudicado por la crisis, el de los asalariados que salen del mercado laboral a una edad en que es muy difícil que sean contratados de nuevo. Las negociaciones para la reforma, sin embargo, están tropezando con dos escollos de gran relieve. Uno es la decisión del Gobierno de congelar las pensiones durante el año 2011, adoptada en primavera y reflejada ya en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado, y el otro corresponde a la iniciativa del Ejecutivo de que el cambio en las pensiones recoja también el retraso hasta los 67 años de la edad de jubilación. Hace falta que todos los grupos dejen de lado la tentación de la demagogia y el populismo y afronten con seriedad y rigor una cuestión de tan alto calado social y tan importante para el futuro.

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