La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El regreso del Soldado Iglesias

La Troya de la que volvía este Ulises y la guerra de la que regresaba este soldado Ryan era una baja de paternidad

Como el soldado Ryan cuando se reencontró con su madre. Como Ulises enjugándose una lágrima tras su regreso a Ítaca y el perro Argos le reconoció, tan viejo ya, tan abandonado y comido de pulgas, que apenas pudo mover la cola y dejar caer sus orejas para expresar la alegría de ver a su amo. Como Oliver Twist al echarse a los brazos del bondadoso señor Brownlow cuando fue rescatado de los perversos Fagin y Bill Sykes. Como Lawrence de Arabia (es decir, Peter O'Toole) al otear en el cegador horizonte el campamento de Alí (Omar Sharif, para entendernos) tras atravesar por segunda vez el yunque del sol para rescatar a Gasim. Como Josué cruzando el Jordán y entrar en la Tierra Prometida tras dejar de sí la dura y larga travesía del desierto. Con la misma emocionada alegría con que David Livingstone, perdido en una remota aldea a orillas del lago Tanganika, vio aparecer ante él al salvador Henry Morton Stanley y le oyó preguntarle con flema y sentido del humor inglés pre-Brexit: "El doctor Livingstone, supongo". Como John Wayne/Ethan Edwards regresando a la casa de los Jorgensen llevando, tras tan agotadora búsqueda, a la pequeña Debbie/Natalie Wood que secuestró Cicatriz cuando era niña. Como Bilbo Bolsón cuando logró regresar a la Comarca tras escapar de tantos y tan monstruosos peligros. Como Spenser imaginó el reposo eterno comparándolo con la recompensa del sueño tras los trabajos, el puerto tras la tormenta y el reposo tras la guerra.

Así, como los héroes que regresan de la guerra, los exploradores que vuelven a casa, los perdidos que son encontrados, los secuestrados que son liberados, como quien se reencuentra con los suyos tras las más duras pruebas, se presentó Pablo Iglesias ante sus seguidores y ante España. La Troya de la que volvía tras un largo periplo, los desiertos y selvas que había atravesado, las duras pruebas y tremendas dificultades que había superado, las luchas que había librado, eran… ¡una baja de paternidad para cuidar de sus hijos! "Después de limpiar culos y cambiar pañales estoy más preparado para ser presidente del Gobierno" ha dicho. Pues millones de mujeres -y por desgracia, muchos menos hombres, aunque cada vez más- están más preparadas que él para ocupar la Moncloa. Por exagerar que no quede. La cosa tiene el tufo machista del hombre que se cree un héroe porque "echa una mano" en la cocina o con los niños y presume de ello.

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