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Azul Klein

Charo Ramos

chramos@grupojoly.com

La reina del cine europeo

Una buena actriz contiene en su cuerpo y en su rostro todas las edades, sin necesidad de retoques

Vicky Krieps es la joven actriz que nos sorprendió dando la réplica a Daniel Day-Lewis en El hilo invisible, una de las mejores películas de ese maestro de la cámara que es Paul Thomas Anderson. En ella encarnaba a Alma, la sensible y obstinada camarera convertida en musa de un célebre diseñador de los años 50 inspirado en Balenciaga.

Su porte singular fuera de los cánones, su rostro con ecos juveniles de Grace Kelly antes de perderse en la corte monegasca, despertaron la admiración de muchos asistentes a la gala de los 31 Premios del Cine Europeo (EFA) que Sevilla acogió días atrás. Arquitectas, modistas y traductores se acercaron a Krieps con fervor para felicitarla por su estilismo. Rehuyendo lentejuelas, brillos y faldas imposibles, la luxemburguesa afincada en Berlín optó por un pantalón negro con tirantes y una camiseta con eslogan.

La gala de los EFA será recordada durante largo tiempo en Sevilla como modelo de organización y elegancia. El Teatro de la Maestranza lució espléndido en la retransmisión televisiva y el Casino de la Exposición aportó el punto justo de boato y tradición. La preceptiva etiqueta obligó a nuestros directores más bohemios a codearse en traje de chaqueta con sus colegas del resto de Europa. Y especialmente felices estaban los cineastas polacos, y no sólo los artífices de la victoriosa cinta Cold War, sino todos los técnicos del Este que al calor de ese triunfo que ya huele a Oscar anticipaban la deseada financiación para sus nuevos proyectos.

Pero digamos, sin exagerar, que la más elegante de la noche volvió a ser nuestra española Carmen Maura, esa mujer que atraviesa las décadas con el salvoconducto de su talento escénico y su sonrisa inteligente. Su discurso sobre las tablas del Maestranza fue un muestrario de su capacidad para reír, llorar, suspirar, contenerse y desbordarse sin perder nunca de vista a aquella chica que anunciaba con gracia el café Monky en la televisión de nuestra infancia.

Una buena actriz contiene en su cuerpo y en su rostro todas las edades, sin necesidad de retoques. En un divertido spanglish, ella lanzó su flecha admonitoria a las nuevas generaciones de intérpretes: "No os obsesionéis por el body, to be an actress no hay que ser la más beautiful ni la más flaca. Puedes ser normal". Lo importante, abundó, es interiorizar al personaje y hacerlo creíble.

Sevilla, capital de tantas cosas que a menudo pasan desapercibidas cuando se miran desde Madrid, será para siempre la ciudad que coronó a Carmen Maura como la reina del cine europeo.

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