TIENE muy buena pinta el equipo que anda componiendo el Betis de cara a su más que gozoso reencuentro con Europa, pero hay detalles que no acabo de comprender. Ese equipo que entró en Europa con todo merecimiento era muy susceptible de mejora y da la impresión de que se están enjaretando las cosas de manera positiva aunque, por supuesto, a sabiendas de que queda bastante para redondear la faena y dar en la diana.

Alguna vez se ha incidido desde este rincón en el peligro de una reconstrucción tan a fondo como la que se ha visto obligado el sevillanísimo club de las trece barras. Las penurias económicas y tener los pies en el suelo están obligando un verano sí y otro también a remodelaciones que hasta ahora no están siendo precisamente cruentas. No obstante, hay pasajes de este verano que resultan bastante complicados de entender y por ahí vamos a reconducir esta argumentación.

Por ejemplo, el trueque producido entre un español que viene de Portugal y un portugués que vuelve a casa desde España. No es un galimatías, sino un caso tan insólito como eso de que Juan Carlos venga prestado un año y se ceda durante dos a Agra. ¿Por qué no el mismo tiempo de un cambio que debiera haber sido pelo a pelo? Es una duda que parece razonable a no ser que se quiera tener al luso lo más lejos posible durante el mayor tiempo posible. Aun así...

Otro motivo para la extrañeza es la cesión de canteranos al Barça B. Da la impresión de que se pretende una revalorización similar a la que tuvo el sevillista Luis Alberto y que tan buen resultado le deparó a las arcas de Nervión. Pero sería una buena operación económica y no deportiva, ya que darle al futbolista la oportunidad de vivir el lujoso universo culé puede que complique sus ganas de volver a casa. Ya digo que está habiendo cositas en esta remodelación que no cuadran.