Sus colas han sido símbolo de los excesos del turismo en los últimos años. Todo ha cambiado en un plisplás. Los visitantes que cada mañana aguardaban en masa para visitar el principal monumento de la ciudad fueron los primeros en desaparecer, antes de que el presidente del Gobierno decretara el estado de alarma durante quince días. La imagen del acceso libre de turistas es todo un icono de la coyuntura actual, donde la principal fuente de ingresos de la ciudad ha tardado apenas horas en venirse abajo. Los museos han cerrado hasta nuevo aviso y el sector terciario se desploma cuando se avecinaba la temporada alta.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios