En los pasados días, he tenido la suerte de conocer algunos aspectos elementales de las cuentas del Tiempo que hacían los mayas. En su civilización, los ciclos eran importantísimos; en la nuestra actual, pareciera que el calendario -solar y gregoriano- se ha convertido en una reolina: de tanto querer adelantarnos, de puro sinvivir el presente en nombre del futuro, vivimos en un continuum, instalados en la sensación de que todo era para ayer y que el mañana se nos echa encima. Digo esto y aprovecho para desearles una Precoz Navidad, y así vamos adelantando, como aquel que antes de acostarse se tomaba un cortado y una tostada para levantarse así ya desayunado.

Que el negocio navideño se adelante cada vez más no es una sensación equivocada que usted sufre. Asómese a la ventana, comprobará que ya están instaladas las luminarias. Este año, el encendido de las luces navideñas en Sevilla coincide con el Black Friday. ¡Oh, casualidad! Se acabó eso de estrenar la iluminación en el puente de la Constitución (fecha que a servidora -que al ser de pueblo vivo más la Navidad a la lumbre que entre bombillas- ya le parecía muy temprana). A este ritmo, se nos van a juntar las uvas con las castañas, las mangas con los capirotes, el encendido con el Alumbrao. Y lo digo en sentido estricto: mientras vuelvo en el C4 de mi corazón a mis asuntos, veo en la tele del autobús que la Feria 2020 ya tiene portada, que es la fachada del Alfonso XIII y que, en una encuesta, los sevillanos opinan que es muy preciosa. En ese preciso instante, siento que el tiempo da una voltereta, un giro de 360 grados y que, como la línea en la que voy montada, me va a volver a dejar en el mismo lado. Aún no llegamos, por mucho que se empeñen, a la Navidad y ya estamos con la vista puesta en la Feria. La foto de José Luis Perales en este su diario, anunciando que vendrá a Sevilla en su gira de despedida, me retorna a la más tierna infancia, cuando en la escuela nos hicieron cantar penosamente su Que canten los niños, en vez de villancicos bien villanos. Eterno retorno a velocidades de vértigo: esto es lo que nos está tocando.

Este estado espiritual tan raro que nos impone la aceleración de los tiempos no es un mal de Sevilla sino de nuestro tiempo. O igual se nos juntan las dos cosas: "Así como hay pueblos que viven únicamente preparándose a morir, al nuestro se le va la vida disponiéndose a vivirla", escribió Manuel Chaves Nogales sobre nuestra ciudad. Cierro su libro y paso despaciosa al siguiente puesto de nuestra Feria del Libro Antiguo. Paseando por ella y por sus títulos no detendremos el tiempo, pero al menos conseguiremos, demorándonos, no perderlo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios