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editorial

La respuesta de la UE no es suficiente

LA esperada respuesta de la Unión Europea a la crisis generada por el brote infeccioso detectado en Alemania, que ha causado ya más de veinte muertes, no ha sido plenamente satisfactoria. Es cierto que el comisario europeo de Sanidad ha dado un pertinente tirón de orejas a las autoridades alemanas por su precipitación a la hora de identificar la bacteria y su origen, atribuyéndolo a una partida de pepinos procedentes de España, primero, y a unos brotes de soja, después, sin tener las pruebas científicas necesarias -de hecho, las dos hipótesis han quedado descartadas-, creando así un alarmismo injustificado que ha producido pérdidas irreparables a la agricultura europea, y particularmente a la andaluza. También es de destacar que los ministros europeos de Sanidad han llegado al acuerdo de revisar el sistema de alerta temprana en las crisis alimentarias a fin de evitar suposiciones no probadas por la comunidad científica, cuya opinión debe pesar mucho más que la de las autoridades políticas de ningún país, por poderoso que sea. Pero el acuerdo de la Comisión Europea para indemnizar a los agricultores perjudicados por la alarma ha sido notoriamente insuficiente: consiste en el desbloqueo de una ayuda de unos 150 millones de euros con destino a los cultivadores de frutas y hortalizas de todo el continente europeo, aparte de las subvenciones de menor cuantía establecidas dentro de la actual Política Agrícola Común. La ministra española, Rosa Aguilar, ya se ha manifestado contraria a esta cantidad, insistiendo en la exigencia de España de que se devuelva a los productores entre el 90% y el 100% de la mercancía perdida. Las cifras de pérdidas que manejan el Ministerio y las organizaciones agrarias españolas superan en mucho la ayuda aprobada por la UE, y hay que tener en cuenta no sólo la producción que se ha dejado de exportar por la alarma alemana, sino también la caída de precios generalizada en el sector, que se calcula en más de un 12% en tomates, lechugas y pimientos, es decir, en productos distintos al pepino inicialmente estigmatizado. Esta solución arbitrada por la UE no es tal.

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