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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La respuesta es no

Una de las claves de la posible victoria de Sánchez la veremos hoy en las manifestaciones del 8-M. No todo es Cataluña

Nos preguntábamos hace unos días si había llegado el fin de la baraka de Pedro Sánchez. Ya tenemos la respuesta: no. El largo viaje por carreteras secundarias que el político socialista comenzó tras el golpe de Ferraz continúa ahora por autopistas de pago. Esta conclusión no sale de las encuestas, pues el altísimo porcentaje de indecisos impide hacer un pronóstico fiable sobre el resultado del 28 de abril. Pero sólo hay que salir a la calle y olfatear un poco para, entre el tufo del azahar florecido prematuramente, poder detectar el aroma de una posible victoria socialista con el suficiente margen para gobernar. Es posible que, cuando en el futuro un anciano Sánchez recuerde los días turbulentos de 2019, diga como el teniente coronel Kilgore en Apocalypse Now: "Aquella colina olía a victoria".

La derrota del PSOE en las autonómicas andaluzas ha sido más dulce de lo esperado para Pedro Sánchez. Por un lado, ha herido gravemente a su gran enemiga política, Susana Díaz, que aunque se aferra con fiereza al cadáver de su baronía territorial, difícilmente podrá resistir algún nuevo embate del destino. Por el otro, ha forzado el gran pacto de las derechas en el Parlamento andaluz, lo que le ha dado al PSOE un argumento que suele funcionar para cohesionar a las izquierdas: que vienen los fachas. No aprovechar este balón botando en el área sería un error inconcebible en un político tan oportunista como Sánchez.

Para completar el cuadro de vientos favorables al PSOE, Podemos ha decidido definitivamente hacerse el harakiri, desaprovechando a la mejor mente que ha tenido la izquierda en los últimos años, Íñigo Errejón, y encumbrando a Pablo Iglesias a un extravagante liderazgo neoleninista. El ya famoso y malogrado cartel de Vuelve parece más una viñeta de nuestros admirados Miki&Duarte que un afiche político. Podemos ha dejado de ser una fuerza transformadora y transversal para convertirse en una caricatura de eso que los viejos burócratas comunistas llamaban "aventurerismo izquierdista".

Una de las claves de la posible victoria de Sánchez la veremos hoy en las manifestaciones del 8-M. No todo es Cataluña y, aunque la gran mayoría de los partidos han convertido a las féminas en el oscuro objeto del deseo electoral, es el PSOE el que mejor ha conseguido armar el truco de un feminismo lo razonablemente soft para no asustar a nadie y lo suficientemente radical para sacar pecho en el club lila. Sánchez es mañoso como Ulises y guapo como Suárez, una mezcla tan eficaz como (para algunos) letal.

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