Dentro del pregonado cambio, de lo más encomiable es el viraje al buen gusto que ha dado el canal autonómico. Y hoy, Día de Andalucía, quiero destacar esas buenas intenciones elogiando un programa de flamenco que se dio antier noche en hora asequible y no en ese horario de brujas que ha sufrido desde la noche de los tiempos. Aunque mejorable, el programa dedicado a la dinastía que encabezó el grandioso Antonio Montoya, aquel Farruco que cuando salía por soleá paraba el reloj del tiempo, fue un canto al buen gusto aun con sus reiterativas incursiones en el autohalago. Y eché de menos recordar la figura de Juan, aquel hijo del patriarca que se mató en un accidente de moto en el camino de Valdezorras cuando sólo tenía 18 años. Era el auténtico sucesor de Farruco y su muerte sumió al padre en una sima depresiva de la que tardó en salir, si es que salió.