Tribuna Económica

Rogelio / Velasco

¿Una revolución en g oogle?

SEIS empleados entrevistan a los candidatos que quieran incorporarse como trabajadores a Google. Una vez empleado, si tiene que ir a cortarse el pelo, no tiene que salir de las oficinas de Google; allí mismo encontrará una peluquería gratuita y no perderá el tiempo. Igual funciona con el lavado de la ropa, la limpieza del coche o la guardería en donde puede dejar todo el día a sus hijos pequeños.

¿Quiere compartir sus ideas con otros compañeros de trabajo? No se preocupe, puede hacerlo en la cafetería, que tiene una configuración para comer cara a cara con otros empleados. Puede escribir también esas ideas en el blog de cada trabajador. O enviar un correo electrónico directamente al director general o al consejero delegado de la compañía.

¿No tiene tiempo de pensar en el desarrollo de una idea revolucionaria? No hay problema. Google permite que los viernes todos los empleados que tengan nuevas y buenas ideas los dediquen a pensar y a discutir con otros compañeros.

Estos principios que rigen la actividad interna innovadora de Google han conducido a una extraordinaria diversificación de actividades, la mayoría de las cuales muy innovadoras, aunque todavía no representen grandes ingresos. Google obtiene todavía el 90% de los ingresos de la publicidad asociada a los servicios de búsqueda. El resto, que va desde el coche autónomo a Youtube o proyectos de biotecnología, solo representa el 10% restante.

El resultado es que Google tiene permanentemente más de 100 proyectos en desarrollo simultáneo, resultando muy difícil de controlar. De hecho, ante el aluvión de nuevos proyectos, Google suprimió los meses pasados esos viernes libres para que los empleados pudieran desarrollar nuevos proyectos.

Y toda esa capacidad de innovación genera confusión y falta de transparencia en el mercado. Los analistas, a la hora de dar un valor a las acciones de Google, no conocen bien el origen de los ingresos y su evolución futura; si esos ingresos provienen sólo de la publicidad o de nuevos productos y servicios.

Por este motivo, la compañía ha decidido crear una nueva empresa que sirva de paraguas a todas las actividades. Las actividades asociadas al internet de las cosas, a las inversiones de capital riesgo en startups o las investigaciones biotecnológicas, aparecerán separadas en informes distintos, de manera que el mercado podrá valorar con mayor facilidad las perspectivas de las distintas áreas de Google. La nueva empresa, compuesta por todas esas áreas, se llamará Alphabet.

Pero esta mayor visibilidad ante el mercado, no podrá evitar algunos de los problemas con los que Google se enfrenta. La enorme diversificación de nuevos proyectos tecnológicos genera problemas de orientación general de la compañía, con el riesgo asociado de no saber hacia dónde va y de nuevas actividades en las que Google carece de conocimiento interno que exigen complejos y sofisticados estudios de mercado, con resultados muy inciertos.

Google podrá seguir sorprendiéndonos, pero tendrá que demostrar en los próximos años que esta nueva iniciativa organizativa denominada Alphabet va a cumplir su función de controlar y dirigir mejor la gran variedad de proyectos en los que la empresa está embarcada.

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