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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Azul Klein

Charo Ramos

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El revulsivo flamenco

Los grandes artistas se renuevan cada dos años en el marco de la Bienal y generan trabajo el resto del tiempo

La Bienal de Flamenco reserva para su última semana algunos de sus carteles más ambiciosos, con Israel Galván, Andrés Marín y Estrella Morente cerrando el festival. Cada uno de ellos es hijo de sagas flamencas, pero no se ha ensimismado en el legado familiar y ha sabido crear un lenguaje propio o un mundo distintivo que ha atraído nuevos públicos al arte jondo. Algún día, pasado el tiempo, se podrá hacer memoria de esta Bienal de las mascarillas y la distancia social por el carácter desprejuiciado de sus propuestas pero, sobre todo, por el esfuerzo por reactivar un sector que sigue sin tener el respaldo comunitario pese a ser uno de los que más empleo genera en esta provincia. Decenas de artistas de primer orden, como Dani de Morón o Rocío Márquez, y una treintena de compañías como las de Eva Yerbabuena, Rocío Molina, Israel Galván o María Moreno tienen su sede en el territorio sevillano, atrayendo a técnicos de sonido, músicos, gestores, periodistas, modistos, escenógrafos… más allá de los propios creadores e intérpretes. Lo que esto supone en términos de creación de trabajo aún no se ha valorado lo suficiente. Ciudades como Lebrija, Morón o Utrera se han convertido en inquietas factorías jondas, como prueba el último proyecto de Leonor Leal con Tomás de Perrate y Proyecto Lorca, creado en la hermosa tierra natal de Bernarda y Fernanda, tan tocada ahora por la pandemia. Los promotores holandeses, belgas y franceses lo saben, y por eso en los estrenos de la Bienal están ojo avizor para captar esos talentos que meses después agotarán entradas en el corazón de Europa, donde cada vez se demanda más nuestro flamenco. La Bienal, que sigue necesitando una personalidad jurídica propia para que Sevilla rentabilice todo lo que pasa en ella durante estas noches y días intensos, como pedía en estas páginas su director, Antonio Zoido, se mantiene sólida, contra viento y marea, como el marco en el que los artistas más cotizados se renuevan cada dos años. Así se lo explicaba este domingo al periodista Juan de la Huerga el propio Israel Galván, constantemente reclamado por Francia y Suiza. Sabemos a diario lo que pasa en Madrid, la relación de los nuevos distritos sanitarios confinados, pero probablemente también los informativos podrían hacerse eco de lo que está pasando en Sevilla cada noche de septiembre y acercarlo al resto de España, contribuyendo así a erradicar las ideas preconcebidas que todavía pesan sobre el flamenco, las peñas y los tablaos. Tanto la Bienal como los artistas congregados en la plataforma Unión Flamenca, sobre la que volveremos otro día, dignifican la suma de vida y arte jondo en la segunda ola de la pandemia y son un revulsivo en estos tiempos inciertos. Ya está tardando el ministro de Cultura en venir a aplaudirlos.

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