La esquina

josé / aguilar

Un rey sin yate ni Ferraris

EN los pocos meses que lleva en La Zarzuela Felipe VI ha hecho mucho más por la continuidad de la monarquía de lo que algunos de sus familiares hicieron durante años por ponerla en peligro. De manera singular su hermana Cristina, manchada por las andanzas de su marido, y su propio padre, Juan Carlos I, que reconoció ante el país parte de sus errores.

El Rey prometió en su proclamación encarnar una monarquía "íntegra, honesta y transparente". Lo hizo sabedor de que las conductas inapropiadas o corruptas habían alcanzado a la institución y consciente de que la corrupción se estaba convirtiendo en el talón de Aquiles de la monarquía parlamentaria. La popularidad del Rey anterior no dejaba de caer y la forma de Estado ya no era incuestionable.

Don Felipe, bien acompañado por su esposa, se puso a la faena de recuperación. Dejando ahora aparte su empeño en demostrar en la práctica la utilidad de la Corona en la España actual, convirtió en transparentes las cuentas de la Casa Real, apartó de la Familia a la infanta Cristina y el marido vivales y estableció un código ético para los empleados de La Zarzuela para impedir cualquier modalidad de tráfico de influencias.

Ahora, coincidiendo con el barómetro del CIS en el que -tremendo dato- el 63,8% de los españoles señalan a la corrupción como el principal problema de la sociedad española, ha dado una vuelta de tuerca a su exigencia de austeridad y ejemplaridad, predicando con el ejemplo.

A partir de enero los miembros de la Familia Real (ahora son pocos: él mismo, sus padres, su esposa y sus hijas) no podrán aceptar favores tan tradicionales como vuelos gratis o préstamos sin intereses ni aceptar regalos que vayan más allá de los usos habituales, sociales o de cortesía. Vamos, que no recibirán yates como el Fortuna paterno pagado a escote por empresarios afortunados o los Ferraris de ricachones árabes. ¿Cuál sería el tope admisible para un regalo? El que diga el sentido común. No será tan difícil decidirlo.

Cuentan que cuando supo que Felipe de Borbón iba en serio con Letizia Ortiz, don Juan Carlos, Rey de España, se quejó a un íntimo: "Este niño va a cargarse la Monarquía". Menos de medio año después va a tener que admitir que el niño lo que ha hecho ha sido asentar la Monarquía. Por lo menos ha puesto bastante de su parte para hacerlo. Otra parte ya no depende de él.

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