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La rivalidad es diferente

Después aprobarán que los niños estén a más de metro y medio en los colegios y que no se rocen al jugar

No pueden exigir sacrificios al pueblo soberano si los políticos y los futbolistas hacen lo que les da la gana. El partido de rivalidad entre el Sevilla y el Betis dejó algunas escenas inquietantes. No tanto por lo que pasó, sino porque se comportaron sin rubor a las primeras de cambio. Irene Lozano, la presidenta del Consejo Superior de Deportes, está resistiendo, de momento, las presiones de Javier Tebas y las aficiones para que el público vuelva a los estadios. El doctor Simón, siguiendo su costumbre, ya dijo que ni sí ni no. A falta de público, los futbolistas, en algunos detalles, no se comportaron como lo que habíamos visto en la Bundesliga. También es verdad que esa competición se disputa en Alemania.

Una de las condiciones para reanudar la Liga es que no hubiera aglomeraciones en los alrededores de los estadios. Ambientillo tipo 8-M, que no depende de los clubes, sino de los responsables del orden público. También se vio a Lopetegui y Rubi, los dos entrenadores, muy animados y cercanos. Igualmente habían ordenado que los futbolistas no se abrazaran, ni se besaran después de marcar goles. Los del Sevilla lo celebraron en festiva camaradería. Como es natural, los comentaristas lo justificaron, porque este partido de rivalidad es muy importante, bla, bla, y argumentos semejantes. Otra norma es que los suplentes y los sustituidos deben permanecer sentados con mascarillas. Al final del partido, el sevillista Lucas Ocampos se la quitó, lo que en sí mismo sería feíllo (¿o de tarjeta amarilla?), pero además la arrojó al suelo. Se supone que para que alguien la barriera. Y se fue a repartir abrazos.

Después aprobarán que los niños estén a más de metro y medio en los colegios, y que no se rocen al jugar, a partir del 15 de septiembre. ¿No ven el ejemplo que le están dando a la infancia y a la juventud? Sus ídolos se saltan las normas. Como si fueran Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, cuando sus respectivas esposas enfermaron con el Covid-19. Tampoco se ponían las mascarillas, excepto en los actos de la Casa Real. Ahora, como las exigen al pueblo vulgar, las utilizan de vez en cuando.

La gente va viendo que las normas no son para todos en este país. Bueno, sí lo son, pero ciertos políticos y algunos futbolistas no las cumplen, ni con cámaras de televisión por delante. España soporta una pésima imagen internacional a causa del coronavirus. En el resto del mundo, observan y toman nota. Deberían respetar las normas, precisamente para dar buen ejemplo. Ya llegará septiembre, cuando regrese el público a los estadios y los niños a los colegios. Y a continuación, el otoño...

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