Crónicas personal

pilar Cernuda

La ronda

EL Rey ha fijado fecha para una nueva ronda de conversaciones con los dirigentes de los grupos parlamentarios. La tercera.

Apura hasta el máximo el tiempo del que dispone para proponer un candidato a la Presidencia del Gobierno y que el presidente del Congreso convoque el pleno de investidura; si es necesario debe celebrarse un segundo debate a las 48 horas, como marca la ley, antes de que llegue el 2 de mayo, día en el que necesariamente se disolverían las Cortes para convocar nuevas elecciones.

Don Felipe ha hecho los deberes, cosa distinta es que puedan decir lo mismo aquéllos que se encuentran en condiciones de presidir un nuevo Gobierno: Mariano Rajoy porque, después de su primer encuentro con Pedro Sánchez, entendió que no tendría los votos necesarios para aprobar la investidura y declinó la invitación del Monarca tras explicarle sus razones; Sánchez porque llevado por un optimismo que no tenía razón de ser pensó que tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera, con el apoyo explícito o con su abstención, le facilitarían la llegada a La Moncloa.

Después de dos meses largos de encuentros, desencuentros, firma de un pacto que no sirvió para nada excepto para que el PP se negara a aceptarlo como base de negociación y Podemos hiciese lo mismo porque repudia a Ciudadanos, Sánchez se ha quedado en una situación que probablemente no preveía ni en sus peores sueños: fuera de juego y con su prestigio seriamente dañado si no consigue ser presidente después de las expectativas que había creado entre sus seguidores.

A la tercera va la vencida, se dice. Ojalá sea cierto en este caso y de aquí al 25 de abril, cuando se inicia la nueva ronda con el Rey, los partidos constitucionalistas lleguen a algún tipo de acuerdo que permita formar Gobierno. Haría falta un milagro tal y como está la situación, tal y como funcionan las filias y las fobias personales en este momento de la película, y tal y como se encuentran, enrocadas, las distintas posiciones de Rajoy y Sánchez. Cree el presidente en funciones que está sobrado de razones para seguir en el cargo, ya que ganó las elecciones y desde el primer momento expresó su disposición a negociar con Sánchez. Pero cree éste que los españoles desean cambio, piensa que sólo él puede representar ese cambio y de ningún modo se abre a la posibilidad de que el candidato que ganó pueda seguir siendo presidente.

Así las cosas, sólo el Rey parece que mantiene la sensatez necesaria para cumplir la labor que tiene encomendada: impulsar el proceso que abre las puertas a un Gobierno tras las elecciones de diciembre y, con el comunicado en el que anuncia la nueva ronda de consultas, recordar a los dirigentes políticos que el tiempo se acaba y que es su responsabilidad hacer un esfuerzo último antes de convocar nuevas elecciones. Es el momento de que los políticos demuestren su talla.

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