Lógico, absolutamente lógico, que las tiendas de ropa deportiva copen la Milla de Oro sevillana, esa que arranca en la Plaza Nueva y termina en el Cortinglés. Y considero que es lógico porque a la fiebre de que los espectadores acudan al fútbol vestidos de futbolistas se añade esa nueva corriente de lucir calzado deportivo junto al encopetado traje y la corbata de seda natural. Son los modos de este tiempo tan rompedor y de ahí la importancia de que la ropa deportiva pida un espacio importante en el comercio local. Antañazo, la ropa deportiva sólo la adquirían los que hacían deporte o algún insólito pionero que acudía al trabajo vestido de Arteche o de Goicoechea. Pero eso cambió y de hecho una de las partidas más importantes para las tesorerías futboleras es la ropa de su marca, incluso con tallaje XXL para gordos que tienen el dominó como práctica más habitual.