BAJONAZO considerable al ánimo de Manolo Jiménez con esa serie de filtraciones más o menos interesadas que traen a Marcelino al banquillo del Sánchez Pizjuán. Tiene toda la pinta el rumor de ser antesala de una noticia que aparece demasiado pronto, cuando al Sevilla le queda lo más importante para rematar el curso de forma parecida a los más cercanamente anteriores. No es bueno para el Sevilla que este río de rumores surquen su camino porque pueden ir directamente a su línea de flotación y la Liga está de forma que en dos semanas rozas la gloria o empiezas a quemarte, que torres muy altas han visto estos ojos derrumbarse.

El problema mayor de todo esto es que el rumor tiene una pinta tremenda de cuajar en realidad. No es el bulo que va creciendo y que se agranda tras la dolorosa eliminación de la Champions, no. Nació mucho antes y el propio entrenador racinguista tiene bastante que ver con él. El asturiano que huyó de Lopera tiene amigos muy amigos en Sevilla y de este entorno ya surgió el rumor hace varias semanas. Un rumor que no le hace bien alguno al club sevillista y que ha salido a la luz pública en el momento más inoportuno, justo cuando la sensibilidad está muy viva y las susceptibilidades andan a flor de piel por el batacazo del pasado martes con los turcos.

Me consta que José María del Nido fue el mejor valedor de Jiménez y bueno sería que le siguiese demostrando esa confianza mientras sea el entrenador del Sevilla. Al final serán los resultados los que dicten sentencia y en la Liga está el Sevilla bien colocado para dar el salto. La ley de los resultados debe ser la que marque el futuro de Jiménez y tiempo hay para ver cuál es la cuenta de resultados que presenta el ex mundialista, si acaba con opciones de seguir o si termina con el cartel como se le ha quedado tras el paso del Fenerbahçe por Dato. Mientras sí o no, la rumorología es un problema grande para un equipo que aún está en situación de arreglar el curso.