EL mismo Ayuntamiento que es un dechado de descontrol en la ejecución de sus presupuestos, y que no es capaz de mantener en servicio un solo coche ponemultas, quiere presumir de sofisticación tecnológica en la gestión del tráfico en el casco antiguo mediante cámaras. En Sevilla se sueña con James Bond y se acaba soportando a Pepe Gotera. Es un tema necesario y del que hay precedentes en Europa, pero al que auguro una implantación alocada y al que le aplico la presunción de eficacia sólo para expedir multas. Que tampoco es un dechado de virtudes nuestra Hacienda local para cobrarlas.

Como arranque, es reprobable que no tenga primero resuelto el corpus jurídico que regule la enorme casuística de tan sustancial cambio en el tráfico y en el estacionamiento. Es lo propio del cachondeo legal que existe con las multas indicadas por los agentes de la zona azul que son invalidadas porque no se les ha otorgado autoridad para reprobar la doble fila y otras irregularidades en la vía pública. Se avizora otro chollo para las gestorías que se especializan en evitar el pago de multas.

En el periodo de pruebas disuasorias que ahora se inicia, todavía no han dicho una palabra sobre cómo van a salvaguardar la circulación y estacionamiento de un flujo vital: la casi totalidad de los profesionales de la construcción, las instalaciones y las reparaciones que acuden al centro para obras mayores o menores viven extramuros. Y la mayoría son de otros municipios. Si usted madruga, verá llegar en furgonetas a esas cuadrillas, con sus herramientas y sus viandas, buscándose la vida para aparcar cerca del tajo un día sí y otro también. Sin esta mano de obra, el centro dejaría de ser habitable, oficinable y comerciable. Mientras Fran Fernández no explique cómo han de saludar gratis a la cámara que les toque en suerte en su entrada y salida del centro, todo lo demás es cortina de humo para que hablemos del tráfico y no de otros temas de mayor enjundia.