FERIA Tiempo Sevilla | Este martes se espera que sea el día más caluroso en la Feria

PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Un saludo a la cámara

LA miro. Y me mira. La saludo. Y me graba. Me acerco a ella cada vez más rápido. Y memoriza ese detalle. Me detengo, y espero una señal por su parte. Enrojece y me pide que no tenga prisa, que no me arranque. Cada cosa a su tiempo. Pasarse de la raya supone un precio que pagar. La secundo, a la espera de mejor plan. Me despido, y la dejo atrás. Mañana será otro día. Quedamos a la misma hora, sin miedo a un retraso o un cambio de rumbo.

Hoy la avenida está más despejada, y me ve desde lejos. Esta vez me aproximo con parsimonia. Yo me he vestido para la ocasión. Ella está igual que ayer. La misma postura, el mismo punto de vista, el mismo atuendo. No se lo tomo a mal, la comprendo obligada a trabajar a piñón fijo. También hago oídos sordos a las habladurías sobre si es muy pesetera, que solo le importa el dinero, que no deja pasar ni una...

Sigo mi camino, y descubro con gran sorpresa que en otro cruce del tráfico interior de Sevilla está colocada una gemela. Idéntica. Su hermana no me había dicho nada, tan callada como es. ¿Acaso son familia numerosa? Si me dan a elegir, ¿a cuál prefiero? En esta intersección, los conductores se embotellan y hacen mucho ruido con el claxon. Pero ella ni se inmuta, pasa de los improperios y de los exabruptos, cual dama indiferente ante los piropos subidos de tono.

Entro en una cafetería y a mi lado hay un corrillo de hombres hablando de ellas. Las acusan de estar al servicio de los políticos recaudadores que reprimen la aceleración de los conductores más clarividentes cuando el ámbar se antepone en su ruta. Me apiado de ellas porque no pueden defenderse de las invectivas que profieren a voz en grito.

Un saludo a las cámaras colocadas en las avenidas Carlos III, Luis Uruñuela y Ronda del Tamarguillo para identificar y sancionar a quienes desobedecen a los semáforos. Su capacidad de intimidación evitará en Sevilla algunos atropellos mortales. Una sola vida salvada de una muerte insensata vale más que dorarle la píldora a los quejosos por la amenaza de las multas.

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