La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

¡Era la sanidad, estúpido!

Spiriman, a pesar de sí mismo, tal vez acabe siendo la punta del iceberg que no nos dejaba ver el bosque

El personaje se diluyó pero la historia no. Spiriman, a pesar de sí mismo, tal vez acabe siendo la punta del iceberg que no nos dejaba ver el bosque. Ni los hospitales andaluces, más allá de los grandes hitos de la investigación biomédica, ni la atención primaria como primera gran puerta de entrada al sistema sanitario eran ejemplos inquebrantables. No lo eran hace tres años cuando la Junta de Susana Díaz (PSOE) todavía hacía bandera del SAS como buque insignia de las políticas socialistas y no lo es ahora cuando, desde el nuevo Ejecutivo (PP-Cs), se han propuesto sacar a la luz todas sus vergüenzas.

Había fisuras, había disfunciones y había maquillaje. Más del que unos reconocerán nunca y menos del que otros airean al compás de la campaña electoral. Sólo desde esta premisa podemos entender hoy que miles de profesionales con bata blanca ocuparan las calles de Granada, Huelva o Málaga repitiendo las alarmantes proclamas del médico del palo selfie. Si el SAS había levantado en el PTS el mejor hospital de Andalucía, un referente de innovación en toda Europa, ¿cómo era posible que media ciudad se movilizara para denunciar la gestión sanitaria? Era el rechazo a la fusión hospitalaria, pero no sólo; era populismo y demagogia; pero no sólo; eran las efectistas exigencias de dimisiones, pero no sólo.

Durante cerca de un año, hasta que Salud reconoció su derrota y dio marcha atrás al proyecto de reorganización, Granada se convirtió en territorio comanche para la Junta. Susana Díaz no se acercaba ni a los pueblos amigos del Cinturón. Spiriman, el frágil muñeco que hizo temblar la Plaza del Carmen con una candidatura a alcalde que nunca cuajó, ha caído por el camino víctima de su egocentrismo y sus excesos. Lejos quedan sus tardes de gloria detrás de un altavoz y lejos quedan las mareas blancas que lo acompañaban con fe ciega hasta los juzgados. La operación que un día acarició para desalojar a los socialistas de la Junta la han terminado ejecutando otros y ni siquiera le han dado el privilegio de colocar a alguno de los suyos. Hoy sigue buscando un hueco en Youtube mientras calibra los tentáculos de la justicia en forma de condena. Una tras otra.

Llevan razón los historiadores cuando advierten que sólo la distancia nos da la medida de las cosas. En el convulso otoño de 2016 era imposible analizar el fenómeno Spiriman. Lo intuimos hoy cuando se ha enfriado el personaje y se han abierto las ventanas en San Telmo. Y conoceremos su verdadera dimensión cuando se vuelvan a cerrar.

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