LA librería Beta, en su sede principal de Sierpes, acogió el pasado sábado la presentación de un libro muy oportuno para electores y para elegibles: La política vigilada. Comunicación política en la era de Wikileaks. Su autor es Antoni Gutiérrez-Rubí, de los mejores expertos en los cambios mundiales impulsados por la generalización de las tecnologías de la comunicación gracias a los teléfonos móviles, todo el día en el bolsillo, con funciones de ordenador, cámara de vídeo e internet. "La gente se ha ido a vivir a las redes sociales, mientras que la política sigue encerrada en sus sedes sociales", sentencia.
Se ha pasado del Está ocurriendo y lo estamos contando de la CNN cuando era el medio de referencia para las guerras en directo, al Lo estamos haciendo y te lo estamos contando de los jóvenes que usan Twitter como palanca para desarrollar espíritu colaborativo y ganas de protagonizar su propio mundo y compartir esa experiencia. Del ciudadano pasivo al activo media la evolución tecnológica hacia la interactividad.
A la par decae la figura del militante y crece el activista de causas y reivindicaciones específicas. Estamos ahora en el momento clave para la reconversión de las organizaciones políticas, creando en la red nodos que sustituyan y mejoren la función de las agrupaciones de barrio o distrito. De lo contrario, ganará terreno la política sin partidos, e irrumpirán partidos que sólo tienen identidad digital y muy acotada base programática, como el sueco Partido Pirata, que ya es el tercero de su país en número de afiliados.
Gutiérrez-Rubí acierta al proponer que "los partidos deben perder el miedo a perder el control y confiar en los propios militantes y simpatizantes, dotarlos de herramientas, de formación, de confianza, generar contactos y alianzas para mejorar la visibilidad del partido. Se debe consolidar la figura del ciberactivista del partido o del simpatizante on line, a pesar del cambio que pueda generar en la organización".
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