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DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

La selección, ya el equipo común

A base de jugar bien y, sobre todo, ganar, el equipo nacional se convierte en algo parecido al equipo propio

ESTÁ produciéndose un hecho que ni a echarnos a soñar hubiese podido hacerse realidad. Viendo y viviendo fútbol desde tiempo inmemorial, jamás hubiésemos podido creer que la selección española iba a despertar el interés que ahora le dispensan los aficionados. Interés tan grande que hasta se da el hecho de que ya no se ve sola en ninguna parte. Protagonista en escenarios desiertos durante gran parte de su historia, el equipo nacional vive los mejores momentos de su vida y el hecho de que se acercasen a diez mil los españoles que vieron el partidazo del miércoles en el antiguo Heysel da para creer que el milagro es una realidad.

De aquí a que la selección sea, para muchos, más objeto de cariño que el club propio todavía queda un trecho, pero lo cierto es que las distancias se acortaron espectacularmente. Las cosas tienen, todas, sus explicaciones, sus razones de ser, y la génesis de esta fiebre es muy reciente, data de junio en Viena, gol de Fernando Torres, España vence a Alemania y la Eurocopa se viene con nosotros. ¿Sólo ése el motivo? No, pues aunque no hay rebufo mejor que el triunfo para optar a la carrera, la excelencia del fútbol que a España le sale por sus botas, eso de que siempre juegue bien, que nunca defraude, es un atractivo para el fervor que vivimos por ella.

El partido con Rusia de semifinales en el Ernst Happel y lo de antier noche en Bruselas pueden haber sido las cimas de un grupo que más parece orquesta que equipo de fútbol. Aquello de Viena fue un concierto con programa de Mozart, pero es que lo de Heysel tuvo más de recital de Wagner, elementos meteorológicos desatados como aditivo. En un partido sólo para hombres y frente a un rival fornido, áspero, competitivo y bien agrupado, los orfebres bajitos españoles jugaron como nos tienen acostumbrados, como rocas en guantes de seda. Y he ahí los resultados, que el español está casi tan engorilado ya con la selección como con su equipo. Quién lo iba a pensar.

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