Visto y Oído

francisco / andrés / gallardo

El sello

RTVE prepara para el mes de diciembre una gala para conmemorar su 60º aniversario, cumplido el día 28 sin pena, ni ni gloria ni apenas recuerdos. Una conmemoración que se va a celebrar con retraso, como le corresponde a una corporación que ha solido ir a remolque de un país que ha criticado por sistema a su televisión pública. Pero no, en los años 70 y 80, y pese a limitaciones, censuras y algún cretinismo, la televisión de los españoles podía emularse a la británica, que hoy cumple precisamente 80 años.

Las 60 velas de TVE, que nadie ha soplado, le permitirían al Pirulí sacar pecho y apelar a la labor histórica de este invento en nuestras casas y su papel en la memoria colectiva de España. Tal vez, escapando de la fecha del 28 de octubre, se ha pretendido alejar imágenes de Franco, fundador de la casa (aquello era inevitable), en el centrifugado en el Congreso de los Diputados. Lo triste de TVE no es su origen franquista, de lo que nunca podrá renunciar ni olvidar, sino que 60 años después, aún, es el Gobierno de turno el que dicta la orientación de los contenidos e informaciones de RTVE. Aquella intención de Zapatero de crear un organismo público independiente (para eso ya tenía a Cuatro y a La Sexta como incondicionales), fue una fábula pasajera de la que se encargó de neutralizar el actual presidente, que en este caso no le tembló el pulso para adecuar la ley a sus deseos.

El presidente de RTVE, José Antonio Sánchez, dedicó el 28 de octubre a presentar un sello de correos, lo más anacrónico que pueda exisitir para los jóvenes del siglo XXI. Ese sello que apenas nadie franqueará, es ejemplo del sentimiento rancio, nostálgico y cortoplacista en que vive RTVE desde que el PP volvió a la Moncloa.

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