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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El sermón de Juanma

Juanma ya ha inaugurado la temporada estival. Debajo de los adoquines de Gerena están las playas

Como todo buen prócer de la nueva ola, Juanma Moreno le ha cogido gusto a la perorata televisiva. La tarde del pasado martes lo volvió a demostrar con su discurso inaugural de la temporada de playa 2021. "¡Sevillanos, a las playas!" se apresuró alguien a poner en su cuenta de Twitter nada más conocerse la noticia. Sin embargo, las alocuciones del presidente son sustancialmente diferentes a las de otros mandatarios. No tienen el toque caraperro de las de los compañeros bolivarianos, ni el melodramático desahogo de un Pedro Sánchez parlante. Las charlas de Juanma Moreno son sermones, lo que no debería extrañar en un partido, el PP andaluz, moldeado por un sulfuroso demócrata-cristiano como Javier Arenas. Dios nos coja a todos confesados.

En su particular Aló, presidente, Juanma Moreno parece más un arzobispo que un dirigente de esa derecha que, según la izquierda madrileña, es la antesala del fascismo. Ahora se comprende que los adornos de laurel y las coronas que añadió a su escudo no eran delirios napoleónicos, sino sueños cardenalicios. El verbo de Juanma es tibio y cariñoso, de un paternalismo afectado, pero siempre esconde una amenaza velada, un castigo para los duros de oído. Algo así como: "Bueno, os dejo ir a la playa, pero como seáis malos os vuelo a encerrar en secano". Desconocemos si el presidente de la Junta es capillita -en Málaga, como en Sevilla, abundan-, pero da la impresión de que ha aprendido a hablar en esos muy solemnes cultos andaluces que siguen siendo la Superliga de la oratoria sagrada mundial. Quizás nuestra tierra es el único lugar de la Cristiandad donde se sigue valorando que un monseñor tenga un piquito de oro y apego a los alamares de la liturgia preconciliar. Esta afición a los púlpitos es uno de nuestros muchos hechos diferenciales. Hay que protegerlo y conservarlo.

Pero no pretende ser este un artículo malaje y faltón. Es más, animamos a todos a desempolvar los gramófonos para escuchar enternecidos La mer, el viejo y sentimental tema de Charles Trenet, o, si usted es más moderno y rupturista, el Sapore di Sale de Gino Paoli. Debajo de los adoquines de Gerena está la arena de las playas del Atlántico, que nos esperan con toda su carga de dorada ordinariez, sus papas aliñás y sus cuerpos semidesnudos (cada vez más). Sanlúcar, Chipiona, Rota, El Puerto de Santa María, Mazagón, Isla Cristina, Bolonia, Cádiz, Puerto Real, el Palmar… Horizontes de grandeza que están al alcance de cualquiera por sólo el precio de la gasolina, por lo menos antes de que Sánchez nos vuelva a cobrar las autopistas. Gracias, presidente, una noticia así bien vale, si no una misa, al menos sí un sermón como el del pasado martes.

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