UNOS tienen la fama, mientras otros cardan la lana. Siempre ha sido así y nada apunta a que las cosas vayan a cambiar. Vende lo mediático, lo que se empaqueta como marca, aquello que nace para persuadir. Lo saben bien los publicistas que viven de ese arte, pero también los escritores, artistas, cineastas, actores y creadores en general que luchan día a día en sus frentes sin contar con ningún paraguas que les catapulte como 'productos'. Lo saben también los periodistas.

Acabamos de asistir al reportaje de Crónicas dedicado al hotel de la playa de El Algarrobico situado en el parque natural del Cabo de Gata. Un trabajo de 40 minutos, sin sesgo alguno, firmado por Carmen Bonet, en donde se escuchan rotundas y claras los representantes de Greenpeace, junto a representantes de las administraciones públicas, la estatal, la autonómica y la municipal, sin olvidar a los vecinos del pueblo de Carboneras, a su alcalde, al farero de tan pintoresco lugar, o al jefe de obra del edificio que en 2006 quedó congelado en el tiempo. La mirada de Carmen Bonet es neutral. Muestra, expone y da la voz a quienes tienen algo que decir sobre esta situación provocada en plena burbuja inmobiliaria. Pero la reportera permanece en el anonimato, en la trastienda.

Un hotel con vistas tuvo una audiencia de 310.000 espectadores, logrando un 1'9% de cuota de pantalla. Salvados, paradigma del periodismo con sesgo, en sus ediciones habituales (no vamos a entrar ahora en el caso de Operación Palace) logra con facilidad captar la atención de 4 millones de espectadores, 20 % . Crónicas no es un producto estrella. Es una marca, sí, pero una marca para minorías. Las leyes del mercado están muy claras.