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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los sevillanos no llenamos Sevilla

Aquí no hay público para completar el aforo del centro, de la Feria, de los taxis, de la plaza de toros ni de los bares

Quizás no es que el centro esté despoblado. Tal vez es que no somos tantos los sevillanos con ganas de acudir al casco histórico, que fue desconectado aposta del resto de la ciudad desde hace muchos años para ser entregado a los turistas como Boabdil entregó las llaves de Granada a los reyes católicos. No hay sevillanos para llenar este centro, ni la plaza de toros, ni la Feria, ni siquiera la Semana Santa. ¿Se imaginan por un momento una Feria sólo para los sevillanos? Nos sobrarían la mitad de los días. Aquí en el mejor de los casos llegamos con fatiguitas a acudir tres días al recinto: el día con "la señora", el día que convidan los abuelos de una parte o de la contraria, y el día de la comida del jefe. No hay más.

Nos hemos quedado solos para varios meses. Ahora vas al bar de siempre y te ofrecen tapas hasta cuando estamos sentados en un velador, pero hasta marzo era obligado pedir la ración completa. Hicimos una ciudad a la medida del público de fuera, desde las luces de Navidad hasta la Feria malagueñizada en su duración, desde la Semana Santa que empieza días antes hasta el verano adaptado en agosto a nuestros señores y amos que no son los pobres de Mañara, sino los turistas. Y ahora nos hemos quedado como el gordito que tiene el único balón en el colegio, pero nadie quiere jugar con él. Ahora las salas de fiesta serán transformadas en cafeterías. Já. Hace años que advertimos que a Sevilla le faltaban cafeterías con estilo, suntuosas, señoriales, modernas y originales que supusieran marcas de la ciudad, como el café Gijón de Madrid, por poner sólo un ejemplo de los que hay en España.

Pero aquí todo el mundo quería colocarte la ración para ganar dinero rápido y sacar clientes para que en una misma mesa se sirvieran tres comidas en un sólo mediodía. Despreciamos el café hasta el punto de que restaurantes de dos y tres puyazos (IVA incluido) se jactaban de no servirlo para así despedir antes a los clientes. Pues ahora... café. Café para todos. Que no falte el cafelito. Pero no habrá sevillanos para llenar tantas cafeterías. La mayoría están lejos, muy lejos de la zona que precisamente se pretende no ya revitalizar, sino impedir su agonía. Tampoco llenamos los sevillanos la Catedral, Fibes, los museos, ni las exposiciones. Ahora nos sobran taxis, autobuses y hasta los vehículos con conductor con corbata. Nadie hará un análisis serio de los próximos diez años. Seguimos levantando hoteles, convencidos de que vendrán quienes llenarán nuestro centro. Caemos varias veces en la misma piedra... llorosa.

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