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La sexta ola no ha llegado a España, pero nos tiene a todos temblando. Ya se han producido algunos casos en varios países europeos que dan la razón a los agoreros, aquellos que decían que la mejor medida contra el Covid son las vacunas, la mejor garantía, pero que no se pueden poner puertas al campo, y que mientras países subdesarrollados no contaran con medios para vacunar a su población no se podía cantar victoria.

El ómicron tiene su origen en Sudáfrica, que no es un país subdesarrollado pero que no ha tomado las medidas necesarias para proteger a su población. Un porcentaje de esa población, viajera, ha llevado el virus de un lado a otro, hasta el punto de que en un solo avión con destino a los Países Bajos, 61 de sus pasajeros han sido considerados portadores del virus.

España, y es mérito de Pedro Sánchez pero sobre todo de los gobernantes regionales que se pusieron con eficacia y diligencia a la tarea, es uno de los países europeos con mayor índice de vacunación. Prepara ya la tercera dosis para los mayores, está atento a la situación de los niños mayores de 5 años e incluso se plantea la obligatoriedad de las vacunas para hacer frente a los irresponsables negacionistas que ni siquiera admiten que la muerte de sus allegados, que son muchos, sean a causa del Covid. Sin embargo, esas medidas no sirven de nada si no se complementan con otras que ya empiezan a exigir docenas de países.

Regresan los malos tiempos, ni siquiera se puede asegurar que no vayamos a sufrir un nuevo confinamiento. Llega este nuevo virus cuando los españoles empezaban a salir del hoyo aunque todavía hay sectores enteros sin tiempo para recuperarse. El transporte, las pymes, la agricultura o la hostelería, con una Navidad que se presenta complicada para celebraciones de empresa o incluso familiares, y las agencias de viajes advierten de que se están produciendo cancelaciones. Nos pilla esta sexta ola con las cuentas en números rojos por el precio desorbitado del recibo de la luz, y con multitud de familias sin posibilidad de mantenerse a flote si no se toman medidas que palíen las consecuencias demoledoras del alza de los precios. Y nos pilla sin que todavía hayan llegado los 35.000 millones que Europa tenía que haber mandado pero está a la espera de que el Gobierno envíe la documentación necesaria.

Es obligado tomar precauciones casi a nivel personal. Moncloa de nuevo hace dejación de sus responsabilidades y las traslada a los gobiernos regionales, que han dado el do de pecho y tendrán que darlo otra vez para hacer frente a este nuevo reto.

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