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José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

¿Para qué sirve Canal Sur?

Andalucía ha sido incapaz de responderse a la pregunta de por qué y para qué necesita su costosa televisión autonómica

Echarle un vistazo al vídeo, difundido hasta la saciedad por webs y redes sociales, produce vergüenza ajena: ver al presentador tijera en mano cortándole la falda a la presentadora mientras ella se resiste y se tapa con un trapo y luego cómo la persigue por el plató con el propósito de hacer lo mismo con el escote es una muestra de zafiedad difícilmente superable. Pero es, sobre todo, un error y así lo han tratado la propia cadena que lo emitió y sus protagonistas directos que, al final, han pedido perdón. Conviene, por tanto, cerrar esa especie de linchamiento social al que ha sido sometido el presentador en cuestión -nadie está libre en su desempeño profesional de meter la pata hasta el fondo-, pero sí tratar la cuestión como lo que realmente es: un síntoma que refleja el mal de fondo que sacude a la televisión pública andaluza y, en general, a todas las cadenas controladas desde los gobiernos autonómicos.

Canal Sur no tiene un problema de gestión profesional o, por lo menos, no sería el principal de ellos. Su director general y el equipo que lo acompaña son personas con una acreditada trayectoria y muchos de los periodistas de sus servicios informativos serían un lujo para cualquier redacción. Si la televisión andaluza está como está, con sus índices de audiencia en mínimos y su prestigio seriamente cuestionado, es porque no tiene proyecto: en casi treinta años de funcionamiento Andalucía ha sido incapaz de dotarse de un discurso sobre por qué y para qué necesita una televisión gestionada y controlada desde su Administración autonómica. Esa falta de proyecto y el sentido de propiedad que ha ejercido siempre el Gobierno de la Junta es el que ha hecho que haya degenerado en una enorme y costosa maquinaria de propaganda política que ha creado una programación dedicada a atontar conciencias y a enaltecer el tópico.

No es un problema exclusivo de Andalucía, aunque aquí tiene, por la propias circunstancias de la región, características muy específicas. En los últimos tiempos, a cuenta de la crisis institucional por el desafío separatista, he visto algunos informativos y programas de la televisión de Cataluña. Les puedo asegurar que lo que sale por aquella pantalla, en términos de manipulación política y nacionalismo de brocha gorda, es muy difícil de superar. Algún informativo, en la semana de la aprobación de las leyes independentistas, haría pasar a Canal Sur por algo próximo a la BBC.

El problema de la televisión andaluza no se llama Juan y Medio ni se llama, por supuesto, Joaquín Durán. El problema es resolver para qué se la necesita y si alguna vez se conseguirá que el mucho dinero que nos cuesta sirva para algo.

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