Un mismo sentimiento ha invadido estos primeros días de octubre a muchos sevillanos que han participado en dos actos que han permitido recordar la Exposición de 1992, al cumplirse 28 años de su clausura, y la del 29, con motivo del segundo congreso organizado por investigadores de la Universidad de Sevilla para difundir su legado. Y no es sólo nostalgia, sino más bien espíritu crítico y, sobre todo, ganas de afrontar con un enfoque positivo nuevos retos en una ciudad castigada por las inversiones estatales y que urge voluntad política para concluir proyectos congelados y mirar al futuro con otras ilusiones.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios