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Juan M. Marqués Perales

La sombra de Rajoy

De hundidos a tocados, el PP cree que es posible bajar el gravísimo tono del caso Bárcenas mediante la impugnación de la veracidad de sus papeles, y ahí juega de nuevo Arenas

SI a Mariano Rajoy, como mantiene Alfredo Pérez Rubalcaba, le perseguirá siempre la mala sombra de Luis Bárcenas, la otra -la de Javier Arenas- ha vuelto a colocarse a sus espaldas como ya hiciese en el congreso de Valencia, cuando una parte del PP quiso desalojarlo después de perder sus segundas elecciones contra José Luis Rodríguez Zapatero. "No es que sea el fontanero, es el jefe de los fontaneros", explicó a este medio una persona cercana a Javier Arenas, quien ha intentado durante esta semana desde la sede de la calle Génova que el caso Bárcenas no se cobrase su principal víctima: Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, cuya credibilidad ya no sólo cuestionan las encuestas de modo flagrante, sino influyentes medios internacionales, como Financial Times.

"Estamos tocados, pero no hundidos". "Esta semana no ha tenido nada que ver con la anterior, cuando no sabíamos qué podía ocurrir". "La militancia ha aguantado, y la calle comienza a dudar". Así, se expresaron algunos de los dirigentes del PP andaluz que participaron el viernes en la reunión de su dirección en Granada. La estrategia de los populares ante la publicación de la supuesta doble contabilidad del PP pasaba por un objetivo principal: salvar a Rajoy, que, según la lista de Bárcenas, habría cobrado en sobresueldos hasta 322.000 euros. Unos cobros que, de ser ciertos, serían letales para cualquier político. Más si éste es el presidente de un Ejecutivo. La estrategia para llegar a ese fin -impedir la caída de Rajoy- pasa por demostrar que la lista B publicada por El País o bien es falsa o bien ha sido manipulada, lo que quitaría peso a un caso aplastante. Seguirían los 22 millones de euros hallados a Bárcenas en Suiza, la imbricación de la red Gürtel en el corazón del PP, los pagos negros de determinados empresarios a Génova, el caso de Ana Mato pero, según fuentes del PP, el escándalo, siendo grave, sería controlable. Un enorme tachón en su expediente, tan serio como para replantearse una refundación del partido, pero aseguraría su permanencia. Al PP le ocurre como al PSOE en la última etapa de Zapatero: confía en que la crisis económica comenzará a calmarse en 2014, y ello le dará tiempo para una recuperación antes de las elecciones generales, previstas, en principio, para 2015.

Arenas es, junto a Rajoy, una de las personas que más habría cobrado, según esa doble contabilidad, 9.900 euros por trimestre más 19.800 euros al semestre, excepto desde 1999 a 2003, años en los que estuvo en el Gobierno. La teoría que maneja el PP es que se puede revertir la carga de la prueba, y demostrar la falsedad de esa documentación. Parece claro que la letra, en efecto, es de Bárcenas, pero ello no demuestra que el contenido sea del todo cierto. Además, en el PP sospechan del ex diputado nacional Jorge Trías, quien tras asesorar a su partido en el caso de Bárcenas, habría solicitado unos honorarios no del todo honrosos. Sin embargo, el hecho de que el PP no se haya querellado aún contra su ex tesorero abona el terreno de quienes creen que el partido, o Arenas, negocia con el chantajeador.

Ésa es la estrategia básica del PP. Después, estaría lo que el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, llamó el lunes pasado el "garrindongueo": colocar el ventilador de otros casos de corrupción, como el de los ERE, con remakes incluidos, para tratar de extender una mancha que amenaza ya con llevarse a los dos grandes partidos por delante. Ese mismo día -el lunes pasado-, cuando Griñán acertó con la acuñación del guarringondeo, acompañó a su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, a un acto singular: a explicar, por vez primera ante la militancia, por qué había solicitado el día antes la dimisión de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. La petición no es del todo compartida en el PSOE, aseguran algunas fuentes, y quizás por ello, el propio Rubalcaba comentó en Sevilla que, antes de dar el paso, había realizado bastantes consultas con dirigentes socialistas y antiguos jefes, lo que da idea de lo arriesgado de la medida.

Una vez producido el Váyase, señor Rajoy, poco más cabe por mucho que, en efecto, la sombra de Bárcenas le vaya a acompañar durante mucho tiempo. Arenas, resucitado más veces que Lázaro, también va detrás. Sus suertes están unidas.

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