Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La sombra robada

En la ciudad del calor no se ha cuidado el arbolado; ahora se pagan las consecuencias

A nadie en su sano juicio o sin claras tendencias suicidas se le ocurrirá rebatir la reiterada afirmación del alcalde -estos días lo dice por la mañana por la tarde y por la noche- de que se cortan árboles que son un peligro para los vecinos: son enfermos desahuciados y se pueden caer en cualquier momento encima de cualquiera. Afirmación irrebatible, alcalde, que podría aplicar también, por ejemplo, a las aceras de la ciudad, muchas de las cuales son auténticas trampas de agujeros donde es fácil meter el pie y romperse algo más que el orgullo herido de todo el que pega un tropezón por la calle. Pero si la situación y conservación del arbolado se ha convertido en un problema que levanta pasiones-en el último pleno de este mandato sobre el estado de la ciudad ha sido el tema estrella- es porque no es ni mucho menos una cuestión menor. Quizás convenga recordar ahora que ya se le ve el final al mandato municipal de Juan Espadas que uno de los últimos errores que cometió Juan Ignacio Zoido al frente de la mayoría absolutísima de los 20 concejales fue llevarse por delante el frondoso arbolado de sombra de la calle Almirante Lobo, no se sabe muy bien a cuento de qué.

Juan Espadas, que es un alcalde sensato y que sabe escuchar el sentir que sube de la calle, no ignora que el problema no es que se tengan que talar algunos árboles irrecuperables. El problema es que eso pasa, y pasa más de lo que sería aconsejable, porque sucesivos gobiernos municipales -échenle décadas al asunto- han descuidado el arbolado de la ciudad, con abandono, talas indebidas, plantación de especies poco adaptadas a las condiciones de la ciudad… Eso ha pasado en una ciudad donde más de medio año hace calor, mucho calor, y nos amenaza un cambio climático que ya está aquí y que puede convertir los 40 grados en una temperatura relativamente soportable. Hace unos días algunos periódicos internacionales daban cuenta de que en una localidad del centro de Argelia se habían medido 51,7 grados, el registro más alto anotado en una zona habitada. Tampoco está tan lejos.

El desprecio con el que se ha tratado en Sevilla el tema de la sombra, lo que hizo Alfredo Sánchez Monteseirín en la Avenida para peatonalizarla y colocar el tranvía es el ejemplo recurrente, demuestra torpeza y falta de sensibilidad ciudadana. Le ha pasado a todos los alcaldes de la ciudad en los últimos años. Juan Espadas no ha sido en esto una excepción. Claro que se han plantado árboles, pero la gente tiene la sensación, justificada, de que llevan mucho tiempo robándole la sombra.

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